Horns ➼ K.T.H;BTS

⚜️v e i n t i s é i s⚜️

Ahí estaba yo.
Corriendo lo más rápido que podía en dirección a casa de Taehyung, con un nudo en la garganta que dolía y las piernas a punto de no responderme.

Después de que Jin se marchara de mi hogar para dejarme un momento sola, tomé la decisión de ir a buscarlo, de hablar sobre lo que había pasado y decirle que su decisión de alejarse era errónea.

Todo tenía solución.
Solo teníamos que hablar con mi hermano acerca de nosotros, explicarle que no tenía nada de malo el que ambos nos queríamos. Porque así era ¿cierto?

Entre él y yo podíamos hablar de su temperamento, él me podía explicar el por qué de sus actitudes agresivas, podíamos arreglar las cosas, podíamos salir de todo eso sin que él se alejara, él no podía marcharse solo así.

Llegué a la entrada y toque la puerta de manera nerviosa y desesperada, esperando que abriera, pero no fue así. Volví a tocar, esta vez más fuerte, pero tampoco hubo respuesta.
Tomé mi móvil para intentar llamarlo pero al igual que las veces pasadas, él no atendió.
Giré mi cabeza y me di cuenta de que su auto no estaba, pero me negaba a pensar que él no se encontraba ahí, sabía perfectamente que me estaba ignorando.

Una vez más, toque la puerta.

-Ábreme Taehyung.-

Seguí dando toques con mi puño derecho en esa jodida puerta que parecía nunca se iba a abrir. Cansada, recargué mi frente sobre la madera fría, repitiéndome una y otra vez que no debía desistir, que Taehyung me estaba ignorando simplemente.
Levanté mi cara y me senté justo en la entrada, sentía las lágrimas asomarse, pero las reprimí tanto como pude, no debía llorar aún, no todo estaba perdido, solo tenía que esperar.

Taehyung tenía que salir.

*-*-*-*-*-*

Pasaron horas, estaba segura de que llevaba mínimo 2 horas sentada en aquel lugar. Mi garganta estaba seca y se sentía incluso rasposa, no era para nada agradable.
Me puse de pie, dispuesta a ir por una botella de agua a la tienda de conveniencia que se encontraba cerca, caminando logré llegar.

Una pequeña campanita indicó mi llegada a la tienda, caminé por los pasillos hasta que llegue al lugar donde se encontraban las bebidas. Con la mirada busqué alguna botella de agua pero una voz inconfundible en la caja llamó toda mi atención.

-Gracias, buenas noches.-

Al escuchar aquello giré mi cabeza para confirmar que aquella voz era de él. Olvidé por completo el hecho de mi garganta seca y decidí alcanzarlo cuando salía de la tienda, él aún no se había percatado de mi presencia. Salí tan rápido como pude y a sus espaldas lo llamé.

-Sungjae.-

Su cabeza giró mostrándome una sonrisa que se esfumó al darse cuenta de que era yo. No había ni una marca de los golpes y su cara seguía irradiando la misma luz.

-Hola.- respondió seco y tajante.

-Yo...- respiré profundo.- Te extraño.- solté sin dudar, y era la verdad, extrañaba tenerlo junto a los demás.

Su respuesta fue solo una risa amarga, irónica.

-Hasta luego Sunhee.- se dio la vuelta dispuesto a reanudar su camino. Yo logré alcanzarlo y detenerlo.

-Espera.- pedí tomándolo del brazo. Él se safó de manera delicada, buscando no mostrarse grosero.

-Escucha... creo que me quedó bastante claro que Kim no me quería cerca de ti, me lo dijo y me lo remarcó. ¿Vale?-

-Pero, él se disculpó y...-

Su risa interrumpió mi frase.

-¿Disculparse? No me jodas, él jamás hizo tal cosa. Soló un día me buscó para advertirme que me mantuviera lejos de ti, y en verdad Sunhee, no pienso interferir.-

Después de soltar aquello, me dió la espalda y se marchó caminando, para después doblar en una calle y desaparecer de mi vista. Yo me quedé estupefacta, mirando a algún punto de la acera.

Taehyung me había mentido.

Me había mentido y yo me había enterado recién.

La rabia comenzó a extenderse por mi cuerpo, a pasos grandes y pisadas fuertes regresé a su casa. Tomé mi móvil en el camino y llamé a Jungkook.

-Sunhee...-

-Dile que salga de su maldita casa, ahora mismo.- bufé.

-¿Que haces ahí?- preguntó sorprendido.- Él no está, márchate Sunhee.

-Sale ahora o tumbo la puta puerta.-

-Sunhee, él no está.-

-Mientes. ¿Y sabes qué? Si no sale de una jodida vez...-

-Se marchó a Daegu.-

Listo.
Había llegado a mi límite.

Colgué despacio la llamada escuchando a Jungkook llamarme por mi nombre y guardé de nuevo el móvil. Cerré mis ojos, mis manos las hice puño y sentí un vacío en el estómago que se extendió hasta mi pecho, y dolía.
Dolía muchísimo.

No sé por cuánto tiempo me mantuve en aquella posición intentando asimilar lo que había escuchado. Hasta que la sangre me hirvió y los latidos del corazón retumbaron de ira.

-Hijo de puta...- susurré.

Como pude, corrí hasta la puerta de aquella casa y cegada de coraje comencé a golpear y patear fuerte, como si aquello fuera a solucionar algo. Las lágrimas que había estado reteniendo lograron salir con rudeza. Entre el esfuerzo por golpear la puerta y todo el dolor que sentía, lograron salir de mi boca fuertes sollozos, sollozos que se volvían cada vez más difíciles de controlar.

En medio de todo aquello alguien jaló de mi brazo, enrollándome fuerte para que no pudiera escapar de su agarre.

-Ya está Sunhee... ya está.-

Park Jimin.

Al darme cuenta de aquello, enterré mi cabeza en su pecho, sintiendo mi cuerpo y mis piernas debilitarse. Era una combinación de todos los sentimientos desagradables que pude imaginar. Rabia, decepción, tristeza, pesadez, confusión.

Pero ahí, con mis manos aferradas a su camiseta, con su mano acariciando mi cabello como consuelo, protegida en los brazos de mi hermano mayor, lloré con todas las fuerzas que tenía.