⚜️v e i n t i s i e t e⚜️

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-¡Suéltame!-

-Ya está Sunhee.-

-¡¿Taehyung qué haces?!-

-Daegu.-

Desperté de golpe, acomodándome para sentarme en la cama, abriendo mis ojos sintiendo el sudor en mi frente y mi respiración irregular. Miré mi ventana y noté la luz de sol entrar, era de mañana.
Suspiré y recargué mi cara en ambas palmas de mis manos para después frotarme los ojos, y calmar mi respiración.

Habían pasado 2 meses desde que Taehyung había desaparecido de la faz de la tierra, no tenía mensajes, no tenía llamadas, no tenía nada.

-Buenos dias bestia.-

Jimin había abierto la puerta de mi habitación y su voz hizo que dirigiera mi mirada hacia él. Se acercó a la cama y se sentó a un lado mío, dando pequeños golpecitos en mi espalda con su mano.

-Buenos días enano.- respondí.

-¿Cómo estás?- preguntó.

Después de aquel día donde me recogió deshecha en casa de Tae, mi hermano se había mostrado preocupado por mi y por cómo me sentía, dejó todo su enojo a un lado y comenzó a estar más tiempo conmigo, mimándome.
Y aunque odiará admitirlo, me hacía demasiado bien tenerlo cerca.

Los primeros días fueron los más difíciles para él y para mi. Mis ánimos eran una mierda y es que a todas horas me cuestionaba el por qué Taehyung me había dejado de esa manera, por qué se había marchado así nada más, el por qué me había mentido.

Al inicio le insistí y rogué todo lo que pude a Jungkook, quería saber algo, pero conforme el tiempo pasó, dejó de importarme y deje de preguntar por él.

Por las noches solía llorar bastante, lloraba hasta quedarme dormida incluso. Cuando Jimin lograba escuchar mi llanto, entraba a mi habitación e intentaba consolarme como cuando éramos chicos. Él colocaba mi cabeza en su regazo, acariciando mi cabello con una mano y con la otra daba pequeñas palmaditas en mi espalda.

De vez en cuando lo escuchaba suspirar preocupado, cansado. Como buscando o pensando en alguna solución a mi llanto, a mi dolor.

-Bien, me encuentro bien, tonto.- respondí después de un largo silencio.

-Sunhee... sólo quería decirte que...- noté nerviosismo en sus palabras, como intentando no tocar algún punto débil.

- Jimin, estoy bien ¿vale?- dije para después dedicarle una sonrisa.

-Vale.- me sonrío de vuelta.- El desayuno está listo.- dijo para después despeinarme y levantarse de mi cama.

-Enseguida bajo.- respondí sonriéndole, viendo cómo asintió con la cabeza y salió de mi habitación.
En cuanto Jimin desapareció de ahí, mi sonrisa también. Tenía que encontrar una forma de despejarme.

*-*-*-*-*

Después del desayuno con mi hermano, tomé una ducha y me vestí, decidida a salir y caminar un poco en un parque cerca de casa y despejar la mente.

Conforme mis pies avanzaban por aquel pasto verde, el aire golpeaba despacio mi cara, haciéndome disfrutar de ese contacto. Mi respiración se sentía más ligera y mis pasos igual. Caminé un poco más y me encontré con un pequeño pero muy lindo café justo en la esquina de aquel parque.

Entré, sintiendo de manera inmediata el olor a café y vaya que fue agradable. Me dirigí al mostrador, y le dije a la joven que ahí trabajaba que quería un café sencillo, solo con un poco de azúcar y leche. Después de esperar unos minutos y pagar, recibí mi vaso de café calientito.

Agradecí y lo tomé para sentarme en una de las mesitas disponibles. Ahí sentada, di el primer sorbo a mi café y sonreí inconscientemente ante el delicioso sabor.
Disfruté ese pequeño tiempo sin pensar en nada, tomándome tranquila aquel café que dejaba un calor agradable en mi garganta.

Al terminarlo, me puse de pie y me dirigí a la basura para ahí depositar mi ya vacío vaso de café. Lo tiré, pero cuando levanté la mirada hacia una de las ventanas del lugar, noté una cabellera castaña que dobló la esquina, esa cabellera castaña obscura que reconocería en cualquier lugar del mundo.

Me apresuré en salir de la cafetería, casi corriendo para poder alcanzarlo. Salí, doblé la misma esquina y el corazón se me salía del pecho. Logré alcanzarlo y tomarlo del hombro.

Pero me equivoqué.
No era él.

-Disculpa.- dije apenada y le dediqué una pequeña reverencia a aquel chico y se marchó.

Mierda.

Tenía que pasar página.

Debía dejar de buscar a alguien qué tal vez nunca iba a regresar.

Horns ➼ K.T.H;BTSWhere stories live. Discover now