Capítulo 18: Volver al pasado

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La mañana de miércoles para Lali, significa que no durmió bien, a causa de la ansiedad que le generó todo el discurso de Eugenia y sus transposiciones numéricas por las cuales el destino de ella y Peter tienen un poderoso punto de unión que sólo vaticina éxito. A pesar del escepticismo que puede envolver a Lali sobre esas teorías, todo, ABSOLUTAMENTE TODO, lo que le propongan, será menos descabellado que contar que ellos se amaron hace 600 años atrás.

De cualquier modo, se despierta radiante, porque cada día que pasa, siente que él, está más cerca. Y su obsesión crece.

Se agarra la cabeza y bufa cuando recuerda que el día le depara aguantar dos turnos hasta las 17, con 57 niñes de entre 9 y 10 años y luego otros 7 en apoyo escolar. Hasta las 20 seguramente no regrese a casa y lo único que quiere es eso, aunque todavía esté sentada frente a la barra desayunadora, dando los últimos sorbos al café que se hizo tratando de convertirlo en su aliado contra el sueño.

Todavía está inquieta... algo confusa, por toda esa información que le dio Eugenia. Y es que... ¿Cómo se decide que es coherente a partir de ahora en su vida? ¿Con que argumentos ella puede excluir de sus posibilidades que la numerología sea un verso? Cuando ella misma se vió en vidas pasadas siendo una joven libertadora de Francia y una científica Premio Nobel ¿¿¿???

Si vas a flashear, flasheá con todo...

No tiene mucho sentido descartar teorías, y por otra parte, todo lo que Eugenia le describió, le dá en el clavo a su personalidad.

A partes iguales Lali siente incertidumbre y temor. La incertidumbre la hace querer seguir hacia adelante, propiciando acercamientos con Peter... y el temor la hace paralizarse, porque si todo esto es una inmensa fantasía... el golpe contra la realidad, será peor que ese en el que sueña que se estrella en un auto a alta velocidad.

Mueve la cabeza para ambos lados tratando de ahuyentar los pensamientos, y agarra el guardapolvo y el bolso. Mira el celular y faltan 3 minutos para que el remis toque bocina, según lo acordado de antemano con la agencia.

Los últimos minutos que le quedan, se los dedica a su bebé gatuno, que la mira subido a la mesita en donde está el teléfono fijo, y la ventana que dá al jardín, por la que observa pajaritos que quiere atrapar, aunque el vidrio se lo impida.

- Chau mi amor... esta tarde viene la abuelita a hacerte compañía... ¡Te amo!

Y es que después de 2 días en que lo ha dejado solito de la mañana a la noche, la culpa la carcome y le pidió a Beatriz que se acerque a su casa, para que esté con él hasta que ella regrese. Y por supuesto su madre accedió, porque visto y considerando la predisposición de su hija, ese animalito, es lo más parecido a un nieto que vá a experimentar en su vida.

Beatriz mira la novela, teje alguna cosa al crochet y lee si se aburre, o le arregla el jardín, o cualquier otra cosa para matar el tiempo, pero cumple estoicamente con sus labores de abuela cuidadora.

Jimena recibe a Lali con un abrazo y cara de culo, y durante el primer recreo le cuenta que el padre de Momo acaba de cumplir exactamente tres meses sin pasarle una moneda.

- Pero bien que para juntarse a chupar con las pendejas con las que anda... tiene guita. ¿A vos te parece?

- No, la verdad que no me parece... y tendrías que meterle una denuncia y romperle el culo. No puede estar 3 meses sin pasar la cuota Jime...

- ¿La vas a redactar vos la denuncia Mabel? Tendría que poner un abogado que no puedo pagar...

Y a veces con Jimena, sobre todo cuando está desbordada de injusticia, no se puede hablar, porque todo le cae mal. Entonces Lali prefiere asentir a sus comentarios sin meter más opiniones.

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