Epílogo

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Madrid es una ciudad bellísima, me hace acordar muchísimo a Buenos Aires, mucho más pulcra y ordenada, y con lugares que se nota que tienen una antigüedad centenaria. La plaza mayor, según nos dijeron es de 1620... pero hasta esa construcción tiene menos edad que el momento al que Lali se remontó en su primera regresión, y nos conocimos.

Juana y Luis se conocieron en 1420... y tan sólo 200 años después, inauguraron este lugar en el que ahora tomamos una cervecita fresca con pincho de tortilla y otras tapas riquísimas, bajo el sol del mediodía de sábado madrileño.

Allegra come quesito manchego, y quiere ir a jugar detrás de unos nenes que tienen una pelota. Pero Lali corre y logra alcanzarla desde el lazo del vestidito azul que lleva, y ella se ríe mostrando tres dientitos de leche, mientras su mamá le hace upa y la llena de besos en el cuellito.

Entonces se viene a upa mío, y me escala para llegar hasta mi cara. Me toma las mejillas con sus dos manitos pequeñas y me llena de besos con olor a queso.

Es inquieta, curiosa, dulce... ¡extremadamente dulce! Graciosa y alegre. Es una nena súper feliz a punto de cumplir 2 años. Dice frases con palabras sueltas, porque se hace entender perfectamente, y es astuta... cuando le leemos cuentos, nos quiere sacar el libro para leer ella, entonces se lo damos, y habla en su idioma dándole entonación, y describiendo escenas imposibles de lo que vé en los dibujos.

Con todo lo que Lali la incentiva, ¡va a empezar a leer y escribir mejor que yo!

En el vuelo hacia acá, se portó como una reina. Sólo se molestó un poco cuando quiso dormir, y vió que tenía que hacerlo en su asiento y apoyar su cabeza sobre las piernas de Lali.

Pero inmediatamente planchó, como yo claramente no pude hacer.

La ida a Madrid, fué mi primera vez en viajar en avión. Lo más lejos que había salido de Rosario, era a Buenos Aires, y sin aviones. Así que a los 32 años, experimenté esta hermosa sensación de atravesar las nubes.

Lali por lo menos había viajado al sur y al norte de Argentina, pero nunca un vuelo de tantas horas.

Nuestra vida en Argentina, cambió bastante el último tiempo. Cuando Allegra cumplió el año, Eugenia y Agustín se casaron en Rosario. Fue algo muy chiquito y familiar, porque la relación de Eugenia con la familia de Agus, nunca va a ser para celebrar con fuegos artificiales, pero en el último tiempo, después de la discusión que tuvieron y por la que casi se separan definitivamente, las cosas cambiaron bastante y Eugenia está aprendiendo a moderar su carácter.

Resulta que a mí, se me escapó durante un almuerzo de domingo, que Agustín era quien le pasaba la mensualidad, y no la abuela Raquel, que Dios la tenga en la gloria, y no la suelte...

Ella se quejaba de que la vieja tacaña hacía mil que no le mandaba un peso... y a mí se me ocurrió decir que hacía 3 años que había palmado...

Agustín se atragantó con el chorizo, de los nervios, y ella empezó a sospechar.

Y ya sabemos quién gana las discusiones. Ese domingo apacible, se transformó en una batalla campal, con revoleo de choripán y vino incluidos. Y aunque Agus, intentó explicarle el motivo, Eugenia no entraba en razones.

Él se subió al auto y se piró a Rosario, y ella estuvo una semana sin saber nada de él. Hasta que al fin de semana siguiente volvió a Buenos Aires y se reconciliaron.

De esa noche de reconciliación, nació Amancio que se lleva un año y medio con Allegra, y al que ella llama en su idioma "Mansho", cada vez que lo vé en la pantalla del teléfono y hacemos videollamada. No sabemos de dónde se le ocurrió a mi prima un nombre así, pero con el tiempo como que nos vamos acostumbrando, porque el gordo es una bolita de carne hermosa, y además es un aliado, para luchar frente a tantas mujeres.

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