Capítulo 42: Ciudad de pobres corazones

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Rodolfo Páez, Fito, nació en Rosario en el año 63. Quedó huérfano de madre a los ocho meses de vida, ya que Margarita, murió a causa de un cáncer  y fué criado por su padre y abuela paterna.

Desde chico estudió piano, con un talento innato prodigioso, al punto de que sus profesores lo echaron, porque él tocaba de oído y pretendían que lo hiciera leyendo partituras. Entonces salió a buscarse su propio camino en la música. Hasta codearse de grandes como Charly, Baglieto o Calamaro. Hasta largarse en solitario.

En el 85, cuando Fito tenía 22 años, muere su padre y un año después, en 1986, mientras él estaba de gira en Río de Janeiro, su abuela, su tía abuela y la empleada que las cuidaba, y estaba embarazada, son brutalmente asesinadas. Sospecharon de toda su familia, incluso de él mismo, hasta se dijo que quien cometió la masacre, fué un bajista que había audicionado para trabajar con él, de la ciudad de Rosario, y que conocía a las víctimas, y finalmente no fué convocado para participar de la banda.

Cuando piensen que yo escribo dramas... busquen biografías reales... nada es más cruel que la vida misma.

En ese contexto Fito escribe varias canciones cargadas de violencia, de furia y de desesperanza, y le dá forma a uno de sus mejores discos "Ciudad de pobres corazones". Pero un año antes en el 85 saca "Giros", un disco que tiene canciones increíbles, como "11 y 6", "Cable a tierra" y está que para mí es sublime, "Yo vengo a ofrecer mi corazón", versionada por muchos artistas, incluso por Lali, mientras el maestro Fito la acompaña en el piano. Les recomiendo la versión de Mercedes Sosa (algo superior)

Esta es la que elegí para dibujar el regreso a Rosario, que para Peter y Eugenia de 7 vidas... también es una "Ciudad de pobres corazones" y para acompañar todo este capítulo que habla quizá como dice Fito en "Yo vengo a ofrecer mi corazón", de reconciliación, de unir las puntas de un lazo y tratar de sacar desde el dolor, el costado más amable de los vínculos.

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Lali camina por el pasillo del barrio Carlos Gardel. Es un sábado fresco pero hubo sol durante el día, y a pesar de que con Peter se despidieron esa mañana, después de muchas revelaciones, él le pidió que esa noche vaya a cenar a su casa previo al domingo en que viajará a Rosario.

Lali decide ir temprano para pasar por casa de Eugenia, y contarle de todas las cosas que pasaron en esa semana de locura. Parece como si la vida a ellos dos les sucediera en secuencia acelerada.

Que contradicción... si nos paramos a pensar que se conocieron en 1420 siendo Juana y Luis, hace exactamente 600 años atrás.

La música que se oye cuando Lali se acerca a la casa de Eugenia es más tranquila que esas que suele escuchar a menudo, que relatan dramas y miserias de amores no correspondidos. Hoy suena Fito Páez tal vez como antesala a ese viaje que Peter hará para ver a su padre, y los acordes de "11 y 6" y la dulzura de la melodía, le dibuja a Lali una sonrisa antes de entrar.

No le hace falta golpear con insistencia, porque se llega pronto a la puerta, y Eugenia la recibe con el pelo largo y rubio precioso mojado, porque acaba de ducharse.

- ¡Qué alegría que vengas!, esperá que caliento el agua y cambio la yerba...

- ¡Qué lindo que estés escuchando a Fito!

- Ahh sí... ¡esta es tu canción!- Lali piensa con el ceño fruncido y no cae en porque se lo dice.

- "Llegaba a la ventana en puntas de pié"

- Ahh bueno, ¡viene de gaste la visita!...

- No Lalinda... ¡te quiero!

Y mientras Eugenia se pierde tras la cortina de la cocina, Lali observa sobre la mesa una caja mediana, que Eugenia está envolviendo como si fuese un regalo.

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