Capítulo 5: Buscar apoyo

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El hombre suele experimentar el acto de descartar opciones, como una pérdida.

Pero antes de tomar una decisión, la sensación de PODER se vuelve indescriptible. Supongamos que una persona debe elegir la carrera universitaria a cursar. Es una de las decisiones más determinantes de la vida, y debe tomarse a la temprana edad de 17 o 18 años. Antes de anotarse en la carrera, esa persona tiene delante un enorme abanico de profesiones para elegir.

Hay quienes dudan entre Administración de Empresas, Comercio exterior, o Contador público. Otros se debaten entre medicina, biología, farmacia o veterinaria.

Mientras no tomemos la decisión, somos TODAS esas profesiones porque aún podemos elegirlas.

Pero cuando nos decidimos, si elegimos biología, seremos SÓLO biólogos. Y una cantidad de caminos que se abrían en la encrucijada de nuestro destino, se borrará en un instante.

Cuando pasen los años, y cumplamos los 40 o 50, nos preguntaremos: "¿Qué habría pasado si hubiera elegido medicina en lugar de biología? ¿Qué habría sido de mi vida?".

Y entonces comenzaremos a inventarnos una vida paralela, extraordinaria y excitante, diferente a la actual. Imaginando que conocimos a un enfermero con el que nos casamos y compartimos la vida durante unos años quizá en otro país. En vez de estar todavía haciendo la residencia de medicina en el Clínicas.

Lo contrario, obviamente, también puede aplicarse: "Si no hubiese elegido biología, no habría ido a estudiar a tal ciudad y no habría conocido a tal amiga, que fué quien me presentó a mi actual pareja. Y entonces mis hijos no estarían vivos ¿Dónde estarían? ¿Dónde estaría yo si mis padres no se hubiesen conocido? ¿Y si el espermatozoide que llevaba mi identidad se hubiese quedado un milímetro atrás, junto a los millones que no llegaron al óvulo de mi mamá? ¿Qué soy? ¿Una casualidad? ¿Qué es mi vida? ¿Quién decide, en realidad?".

Fernando Parrado, superviviente de la tragedia aérea de los Andes que inspiró el libro y la película ¡Viven!, explica en sus charlas que en el momento de entrar en el avión decidió, en el último instante, cambiar de asiento. La persona que viajaba en el lugar donde él descartó viajar, murió. Parrado sobrevivió. "Es así de simple", dice, "si yo hubiera elegido el otro asiento, ahora no estaría aquí".

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Lali sigue parada en la puerta del subte, pensando en estas posibilidades.

¿Qué es el destino? ¿Cuánto intervenimos nosotros en él? Sin ir más lejos, rememora todos los episodios que la podrían haber demorado, como para que ese encuentro fugaz no ocurriera.

Si hubiese vuelto a buscar el paraguas, cuando ni bien se dió cuenta que lo había olvidado... si no lo hubiese vuelto a buscar después... si hubiese tomado el subte que perdió por el cambio que no tenía el kiosquero... si hubiese ido en auto, como quería llevarla Candela.

En fin... cada una de las decisiones que tomó, o que descartó esa tarde, la llevaron a que ese encuentro sucediera.

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Peter está absorto, aún sigue parado en la puerta, unos metros más atrás de la que ocupaba inicialmente, porque llegó hasta el final del vagón para ver a Lali mientras se alejaba.

Otra vez esos ojos hechizantes, lo llenaban de incertidumbre.

Él también a su manera pensó en la cantidad de cosas que se habían dado esa tarde para que se encontrara en ese momento y en ese lugar.

El Ñato, su colega, le hizo un encargo, pero como no podían quedar rastros de ir hasta el lugar en un vehículo, le pidió que fuera en tren hasta capital.

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