Capítulo 34: Dolores

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¿Qué se le contesta a una madre desesperada por salvar a un hijo? – "Sí, perdonaría todo y me convertiría en lo que sos vos desde hace años" – En vez de tener una vida armoniosa y hogareña, esperaría cada noche, y cada día de mi vida, a que vuelva, parada detrás de una ventana, comiéndome las uñas, llorando, tal vez fumando desquiciada para mitigar la angustia de no saber si va a volver, vivo o muerto... o si voy a volver a verlo.

Quizá otra opción sea contestarle que me acostumbraré a tener esas citas que no tuvimos para conocernos como novios, en la cárcel de Devoto. Tocarnos las manos a través de una mesa o tener dos horas de visita higiénica al mes, en el mejor de los casos. Quiero decir, si el panorama es tan alentador para nosotros, que en esa vorágine de delincuencia, logre caer preso y no muerto.

¿Qué le contesto?... ¿que nunca preguntaré si el celular nuevo que trae se lo robó a un hombre o a una mujer? ¿Si fue al descuido?, o si los forzó a que se lo entreguen encañonándolos hasta suplicar que se lleve todo pero que no los mate.

Y... ¿cómo aceptar un regalo?, una invitación... un fondo común de gastos para la vida compartida, sabiendo que ese dinero es de alguien a quien se lo robó por la fuerza.

Acompañar a un delincuente, compartir tu vida con él... te hace ser igual de delincuente o bajar al atenuante a la categoría de "cómplice".

Siempre dije con orgullo que ¡Soy docente!... con todo lo que eso implica moralmente... la docencia para mí, es un acto de amor absoluto, una de las acciones más altruistas que puede alcanzar el ser humano. Implica aprender, no sólo de matemáticas, historia o geografía... implica aprender el leguaje de otre, que no sabe lo que vos sabés... y acompañarle, guiarle, y sostenerle para que aprenda eso mismo que vos aprendiste. Y al final del camino sepan los dos... lo que antes sólo sabía uno.

Es de una generosidad absoluta, es poner tu profesión, tus conocimientos, tu tiempo y dedicación, en que otre ser humano adquiera las herramientas más esenciales que puede tener en la vida... las mínimas que necesita para defenderse ante el mundo.

Pero además implica hacerlo con amor... o por lo menos una variante de él, llamada cariño, que implica constancia, paciencia, y ganas de que el otre progrese. Y ser contenedor, ser oreja, ser abrazo y hoy en día también ser psicóloga, ser quien alimente, y quien contenga de todo eso que sucede en familias desestructuradas, carenciadas, explicar los maltratos, la falta de comida, la ausencia de los padres, la soledad de criar hermanitos y aprender a los golpes sobre las responsabilidades de adultos, que por equis circunstancias, a ellos les tocaron vivir de niñes.

Siempre dije con orgullo inmenso que ¡Soy docente! Nunca podría decir con orgullo, soy cómplice.

Y quizá, algún día otra docente como yo, tenga que contener a mis propios hijes, darles de comer en el comedor, o explicarles ausencias o disfunciones familiares, porque yo trabajo dos turnos y algo extra, e igual no alcanza, y el padre está preso o estamos solos porque de tantas balas que él disparó, alguna le volvió, y en un instante todo se terminó.

Esos mismos niñes a los que hoy contengo emocionalmente, porque sus padres no llegan a horario, porque no están, porque no tienen para comer... algún día pueden ser mis propios hijes.

Entonces mi respuesta ante la pregunta de Susana, fué que no puedo imaginarme convivir con una persona que lleva esa vida... hoy Peter elige eso... por lo tanto, yo no quiero estar a su lado.

La pobre mujer me puso cara de disgusto... Calculo que no debe ser fácil escuchar que no quieren a tu hijo ni de lejos. Pero también denotaba resignación, de esa que se siente cuando vos sos una buena persona, y desaprobás absolutamente las acciones del otro, pero no podés abandonarlo, porque le diste la vida, y es lo que más amas en la tierra.

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