✧Chico de canela | 1✧

1.1K 100 18
                                    

Perth, Australia. 24 de agosto de 2019.

Una noche donde intentaba conciliar el sueño, Jungkook recordó, con mucha vergüenza y desmotivación, el día de su décimo quinto cumpleaños.

Todavía tenía presente las tristes punzadas de dolor que se apoderaron de su pecho cuando, al llegar al instituto ese día, ninguno de sus amigos lo recordó. Simplemente, lo saludaron de manera casual y continuaron conversando entre sí, dejando a Jungkook cuestionándose si aquello se trataba de algún plan que encerrara una sorpresa para la tarde.

La realidad fue distinta, en tanto un compañero aleatorio de su curso pareció acordarse por milagro de la fecha y fue corriendo a felicitarlo en voz alta. Tras eso, Jungkook leyó en la mirada de sus amigos la confusión, luego la sorpresa y más tarde la incomodidad. Después, lo felicitaron con sonrisas pequeñas. Ninguno de ellos lo había recordado, pero aquel chico con el que compartía clases sí.

Y a pesar de que aquella fuera una equivocación común y libre de razones dañinas de fondo, no pudo evitar sentirse mal. De todas formas, era su cumpleaños: otro año de vida, una razón para estar feliz y celebrar la existencia de un ser querido. Por más tonto que pareciera, Jungkook llegó esa tarde a su casa echándose a llorar, pensando que realmente no era tan importante en la vida de sus amigos.

Lo peor del caso fue que, a pesar de sentir dolor real en su interior apretujando con fuerza su corazón y entrañas, el sentirse ridículo lo inundó por completo y eso sólo lo hizo sentir peor. El resto de esa tarde se quedó llorando y dormitando en esa misma cama donde se encontraba ahora.

Y, casi un año más tarde, no podía quedarse dormido.

No se preocupó mucho, porque el día siguiente era de descanso, así que era libre de levantarse a la hora que quisiera. Sin embargo, siendo que era el fin de una semana extremadamente cargada de deberes y presión, donde abundaron los exámenes y trabajos escolares, una sensación de molestia extrema le llenó por completo y se enfurruñó en el colchón, malhumorado.

Tras tomar su teléfono con el fin de intentar conectarse a YouTube para dejar pasar el tiempo, se percató de que nuevamente sus padres le habían cortado el internet, acción que lo hizo gruñir y enterrar su cara en la almohada con molestia.

No quería echarse a llorar, pero a veces la frustración podía a ser más fuerte que sus intentos por no verse a sí mismo como un dramático.

Entonces, su estómago rugió. Con una resistencia de admirar para no lanzar su móvil contra el piso, verificó que eran las 00:23 horas. Quiso evitar una visita a la cocina, pues apenas había cenado hacía una hora y temía cortar la digestión. No obstante, ese día su padre llegó del supermercado con una caja de sus cereales favoritos y no pudo parar su impulso. Debía comer.

Se levantó del colchón, subió la cremallera de su suéter negro y se fue en puntillas a la cocina.

Cuidando hasta el sonido de su respiración, se las arregló para servirse en una taza los cereales. Con la mirada perdida en un punto fijo, empezó a comer.

Luego escuchó el sonido de un auto aproximándose a la calle ubicada justo frente a su casa y le pareció de lo más normal.

Probablemente fuera un vecino que sí tuviera vida social. Después de todo, era común que los jóvenes del vecindario fueran a festejar la llegada del fin de semana en el garaje de las casas más grandes, acompañados de comida y música.

Jungkook nunca había estado en alguna de esas reuniones, pero tampoco le parecía imprescindible participar. La sola idea de verse a sí mismo llegando a un lugar lleno de desconocidos, quienes muy posiblemente se quedaran viéndolo, juzgándolo, criticándolo, le hacía sentir enfermo. Es decir, si le ofrecieran la oportunidad de hacerse amigo de más personas él se sentiría feliz. Esto en caso de que se pudiera eliminar rotundamente el proceso previo (hablar incómodamente, conocer y volverse cercano a las personas en cuestión.) Pero Jungkook sabía que aquello era una idea tonta. Ninguna amistad podía generarse de la nada. Siempre había un molesto proceso incómodo que le ponía los pelos de punta.

Brillo | 𝐊𝐎𝐎𝐊𝐓𝐀𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora