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22 de diciembre de 2020

—Detecté que algo gay estaba a punto de suceder y vine a revisar —dijo Hoseok, abriendo la puerta del cuarto de Namjoon sin antes tocar la puerta.

Jungkook chilló, aterrado por la repentina presencia de Hoseok en la habitación. Taehyung dio un respingo, todavía con algunos dedos de Jungkook en su boca. Hoseok sonrió, como si hubiese ganado un premio, y alzó un puño en el aire, victorioso.

—¡Lo sabía! Ustedes asquerosos, ¡estaban a punto de profanar el cuarto de Namjoon! —declaró, mostrándose muy alegre a pesar de su para nada linda afirmación.

—¡C-claro que no! —se defendió Jungkook, escondiendo su mano detrás de su espalda, Taehyung limpiándose con la manga de su abrigo la comisura de sus labios, teniendo de toser un poco.

—¡Mi trasero! —contrapuso Hoseok, divertido—. ¡Mienten!

—No es lo que crees, Hobi. No le digas a Nam. —Esta vez intervino Taehyung, con la voz algo rota.

—¿Que no me digan qué? —preguntó Namjoon, curioso, apenas entrando a su habitación.

Todo se quedó en silencio. Jungkook y Taehyung seguían sonrojados y con toda la pinta de haber hecho una travesura, bajo la mirada divertida de Hoseok y la confundida de Namjoon. Al cabo de unos segundos, él unió los hilos.

—¡OH, USTEDES ASQUEROSOS! ¡SALGAN DE MI HABITACIÓN AHORA! —gruñó, señalando la puerta.

—¡Nosotros no estábamos haciendo-

—¡Ahora!

Y lo siguiente que supieron Taehyung y Jungkook, es que Namjoon los había tomado desde la parte trasera de sus abrigos, alzando la tela, obligándolos a caminar. Aquella imagen se asemejaba mucho a un felino trasladando a sus crías. Agradecieron mentalmente que los padres de Namjoon no estuvieran en casa, en tanto andaban por los pasillos con las mejillas rojísimas y arrepintiéndose de todas las decisiones de sus vidas.

—Oh, vaya, ¿qué ocurrió? —preguntó Jimin, genuinamente confundido, al verlos llegar al sótano con diferentes expresiones en el rostro. No muy buenas, claro.

—No sé, que te lo digan ellos —respondió Namjoon, todavía odiando la sola idea de plantearse qué pudieron estar haciendo. Jungkook lo vio ladear la cabeza, como si estuviera pensando más profundamente sus palabras. Y luego volvió a hablar—. De hecho, no. Es mejor no saberlo.

—Ew. —Fue lo único que contestó Jimin, regresando su atención a su móvil.

—¡Que no estábamos haciendo nada! ¡Hobi interrumpió en un mal momento! —protestó Taehyung, corriendo hacia Jungkook cuando se sintieron liberados del agarre de Namjoon en sus abrigos. Extendió sus brazos a sus lados, justo frente a él, como si fuera un escudo protector.

—Oh, sí, claro, échale la culpa al más tonto —se quejó Hoseok, tomando un lugar junto a Namjoon.

—Ya, dejemos de-

—¡Taehyung estaba comiendo unas galletas y entonces yo dije algo que le dio risa y se atragantó y me asusté y quise ayudarlo, pero no conozco la maniobra de Heimlich, y se me ocurrió sacarle el pedazo de la garganta con mis dedos y luego entró Hobi! —chilló Jungkook, hecho un lío de nervios.

En un instante, todas las miradas regresaron a Taehyung y Jungkook, quienes seguían igual de alterados, luciendo como dos niños regañados. El silencio reinó en el cuarto.

—Dios. —Fue lo único que Namjoon fue capaz de decir—. Yo... no sé. Tae, ¿cómo estás?

—Bien —farfulló, como si le costara hablar con todo el rubor sobre sus mejillas—. Creo que ya me pude tragar ese pedazo de galleta...

Brillo | 𝐊𝐎𝐎𝐊𝐓𝐀𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora