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Jungkook no estaba muy seguro de cuánto tiempo estaría metido en casa de Jimin. Sus padres seguían enojados el uno con el otro. Su madre y su hermano mayor eran las únicas personas que se encargaban de enviarles mensajes y llamarlo para saber cómo estaba. Su padre, por su lado, una vez comenzó una conversación donde intentó hacer cambiar a Jungkook de parecer. Obviamente, Jungkook colgó, sin verse sorprendido.

A pesar de todo, Jungkook podía presentir que pronto estaría regresando a casa. Incluso lo había soñado. En poco tiempo estaría devuelta.

Por eso, ese jueves en la tarde tras haber terminado unas cuantas tareas, se dirigió al garaje para hacer ejercicio con las máquinas. Como sólo estaría él, se encargó de dejar las luces led con los colores cambiando periódicamente y música de una playlist llamada "saca tu trasero perezoso del sofá."

Justo antes de comenzar de lleno con los ejercicios, Taehyung tocó la puerta. Como Jungkook, llevaba unos pantaloncillos grises y camiseta suelta.

—Me alegra que no hayas comenzado aún —dijo, luciendo despreocupado al cerrar la puerta con pestillo tras él.

—¿Entrenarás conmigo? —Su voz tembló, delatando cuán nervioso se sentía por la idea.

—Sí —afirmó Taehyung, sonriendo de una forma que Jungkook no había visto antes. Era extraña. Como esas sonrisas que se ponían en los chats para dar a entender enojo—. Pensé que sería algo bueno, siendo que ahora cada vez que vienes a entrenar te quedas con Jimin.

—E-eso no es cierto. —La voz de Jungkook tartamudeó cuando Taehyung se acercó a él, quedando justo frente a sus narices—. Ya aprendí a usar las máquinas. Puedo hacerlo yo solo.

—Perfecto, de esa forma puedes enseñarme —dijo Taehyung y se dio media vuelta, antes de echar un vistazo a Jungkook de arriba abajo, casi dejándolo sin respiración—. ¿Comenzamos?

Pasados unos largos cuarenta minutos de ejercicios, Jungkook se dio cuenta de que Taehyung parecía conocer muy bien la máquina que simulaba ser una escalera. Entonces algo cobró sentido y en dos segundos un rubor apareció en sus mejillas.

Cada quien estuvo por su lado, sin hablar o siquiera mirarse. Era comprensible. Después de todo, Jungkook apenas podía respirar correctamente y lo menos que quería era ser visto por Taehyung. Lo único que daba a ese cuarto vida, era la música de la playlist y los jadeos bajos que ambos soltaban por el esfuerzo. Aun con eso, Jungkook se podía sentir ahogado por el ambiente tan tenso.

Las piernas de ambos temblaban al haber terminado con todos los ejercicios exigentes. Incluso fueron al baño a refrescarse el rostro y secarse el sudor. Cuando regresaron al garaje (Jungkook pensaba que era para apagar la música y las luces), de repente, por petición de Taehyung, se pusieron a hacer estiramientos. Jungkook no pudo decirle que no.

Estaba nervioso como nunca en su vida.

[¡¿Es normal pensar que este ambiente es tan pesado como un elefante?!]

—Kook, ¿me ayudas?

[Respira, vamos, respira.]

Taehyung tenía las piernas separadas e intentaba tocar la punta de sus zapatos con los dedos. Jungkook no quería ser entrometido, pero...

[Santo Dios... ¡no, imbécil!]

—Claro.

Colocó ambas manos en los hombros de Taehyung, ejerciendo algo de presión. Pensó que le estaba ayudando correctamente (porque, por supuesto, por su cabeza nunca pasó la idea de que esa no era una forma ni remotamente adecuada o eficiente para ello) hasta que vio el surco de una sonrisita que conocía muy bien.

Brillo | 𝐊𝐎𝐎𝐊𝐓𝐀𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora