—Tus ojos son tan lindos, Kook —dijo Taehyung, con sus manos acariciando con suavidad el lóbulo de su oreja. Jungkook, desde luego, estaba nervioso bajo ese tacto—, que puedo ver el brillo del mundo en tus orbes.
[No puedo creerlo.]
¿Qué se supone que debía contestarse a eso? ¡Jungkook no tenía idea de que Taehyung fuera un poeta!
Jungkook había regresado a su casa hacía un par de días y, ahora, sin la presencia de su padre y la de sus dos amigos, se sentía muy solo en las tardes. Su madre trabajaba bastante y él se quedaba en silencio, estudiando y haciendo tareas. A veces se aburría tanto que tomaba el móvil y dejaba los ojos fijos en los vídeos de TikTok que aparecían en su página principal. Allí, lo único que aparecía frecuentemente eran temas de fotografía o curiosidades de películas (y cosas sin sentido que hacían a Jungkook retorcerse en su lugar y reír por diez minutos). No entendía por qué decían que su sentido del humor era tan tonto.
Como todos, había quedado prendado por la aplicación y ahora era capaz de enviar más de veinte vídeos al día a sus amigos. Según Jimin, lo que enviaba era tan estúpido que nadie se molestaba en echarle un ojo. A Jungkook no le importaba; esos vídeos eran muy graciosos, así que seguía llenando de notificaciones de la aplicación a sus amigos sólo para molestarlos.
Justo ese día, todos se habían puesto de acuerdo: Terminar con la obsesión de Jungkook. ¿Qué necesitaban para ello? A Taehyung, por supuesto.
Jungkook abrió la puerta, confundido al ver a los cuatro allí afuera. Y en menos de lo que pudo procesar, ya todos habían empujado a Taehyung al interior de su casa y cerrado la puerta en sus narices.
Por cinco segundos, los dos se habían quedado de piedra, en silencio, mirándose con caras de consternación.
—Ellos me dijeron que me llevarían a la heladería... —Fue lo que dijo Taehyung, con la voz bajita.
Jungkook, quien sabía que en su refrigerador había helado, le ofreció un poco y se sintió feliz al ver los ojos de Taehyung iluminarse con alegría. Luego, de la nada, terminaron en el cuarto de Jungkook, con la vista fija en la pantalla de su laptop, viendo Ataque a los titanes en una página pirata donde de vez en cuando aparecía publicidad que hacía a Jungkook sonrojarse de pies a cabeza y a Taehyung rodar los ojos con fastidio. Terminaron acurrucados bajo las sábanas, con dos tazas de helado y las mentes sumergidas en la historia.
Al terminar unos cuantos episodios, Taehyung lo dijo. "¿Sabes, Kook? Esta podría ser nuestra primera cita oficial."
Tras toser varias veces ante el repentino atraganto, Jungkook lo miró con los ojos abiertos y el corazón cabalgando en su pecho como si hubiera una estampida. Taehyung, divertido por la imagen de Jungkook que proyectaba mucha ternura, lo tomó de la mandíbula suavemente y lo atrajo hacia él. Depositó un corto beso en sus labios y el gesto le salió tan natural como cuando Yoongi se encogía de hombros o hacía sus comentarios de poca ayuda.
Ahora, tras escuchar un halago tan poético, Jungkook no sabía qué decir.
[¡Responde, idiota!]
—Y... t-tu sonrisa me envuelve como si fuera cinta adhesiva negra. De esas que se utiliza para sellar las cajas que tienen mucha basura adentro para que no se salga nada durante el traslado en el camión. Sí...
—¿Qué?
[Más tonto que un taxi en Cars.]
La expresión de Taehyung ya no era tan cálida como la de antes. Jungkook sintió un frío molesto recorrer su columna vertebral.
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Brillo | 𝐊𝐎𝐎𝐊𝐓𝐀𝐄
FanfictionJungkook aprendió que la vida le entregó las mejores sorpresas existentes. Entre ellas estaba Taehyung, aquel chico que una noche derramó una lata de Sprite sobre él, cuando lo único que hacía en esa fiesta de garaje era replantearse sin parar por q...