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Habían pasado dos días desde la pequeña discusión de la biblioteca y Jungkook no había sabido nada más de Taehyung. Estaba consciente de que, saliendo de un autobús tras regresar del trabajo, se le cayó el móvil por un descuido y ahora no servía. Se mantenía al tanto de su estado gracias a Hoseok, con quien últimamente sólo hablaba del estado de salud de Taehyung.

El último viernes antes de los días libres, él se había despertado sintiéndose terriblemente mal. Con los oídos tapados y la cabeza pesándole toneladas. Aun así, insistió fervientemente en ir al instituto a presentar el examen de química y luego tuvieron la discusión. Al finalizar las clases, Taehyung se había sentido tan mal que tuvieron que dejar por la mitad su conversación de reconciliación para llegar a casa de Hoseok. Jungkook se quedó con él unos minutos, sin decir nada, sólo acariciándole el cabello.

Quiso visitarlo nuevamente para corroborar su estado y, en general, sentirse útil. Sabía que Namjoon y Hoseok eran los que más habían estado pendientes, junto con Jimin, que siempre preguntaba por él mediante llamadas. Sin embargo, esos días su padre estuvo regresando a casa tras arreglar paulatinamente las cosas con su madre.

No se mostraba complacido por las preferencias de Jungkook, pero al menos se disculpó por su desagradable actitud y prometió ser más comprensivo. Esos días, recomendado por su madre para reestablecer una relación, al menos, cordial entre ellos, Jungkook estuvo ayudándolo a trasladar sus cosas desde un pequeño apartamento que había rentado al otro lado de Perth. No podía decir que no le gustaba pasar ese tiempo con él, porque a pesar de que existía cierta tensión con respecto al tema que no había sido tocado, al menos hablaban de banalidades y Jungkook se sentía escuchado. Junto con eso, también había tenido permiso para conducir tres viajes de ida y de regreso siendo monitoreado por su padre. Al parecer, realmente estaba poniendo de su parte para compensar lo sucedido.

No obstante, a pesar de que las cosas parecían mejorar gradualmente en su casa y él, por más mínima que fuera la interacción mediante mensajes, estaba enterado del estado de Taehyung, ya no podía evitar sentirse como la persona más horrible del mundo. Esa misma tarde, tras arreglar su cuarto (porque la ropa y los objetos deperdigados por la silla del escritorio y el piso ya sólo lo hacían tropezar cada vez que se quería desplazar), se preparó para visitarlo y pasar tiempo con él, esperando que tras hacer algo útil sus padres accedieran fácilmente. Sin embargo, cuando apenas se dispuso a tomar las llaves para abrir la puerta de su casa y salir, una lluvia leve cayó.

Su madre le dijo que esperara unos minutos, para ver si ésta pasaba. No fue así. En un parpadeo, una tormenta de película se desarrollaba afuera de su casa. Jungkook, desde luego, se puso de un humor de perros y no dudó en encerrarse en su cuarto, ponerse su suéter negro con la capucha y prensar la tela hasta que sólo se entrevieran sus ojos y la nariz. Luego tomó su laptop y se puso a ver Netflix, dejando sobre su pecho un paquete de frituras que había escondido debajo de su cama.

Un relámpago se escuchó. Aun con eso, Jungkook percibió el sonido del timbre de su casa sonar.

Frunció el ceño y dejó la laptop y las frituras de lado. Al dirigirse al pasillo para asomarse desde la puerta de su cuarto, se encontró a sus padres dejando entrar a alguien al salón. Curioso, se aproximó al arco, preguntándose quién podría ser la persona que fuera a visitarlos en un momento climático como aquel. Antes de poder atravesarlo, reconoció la voz.

—Siento... siento estar aquí.

Era Taehyung.

Los nervios de Jungkook se dispararon por todo su cuerpo, erizando sus vellos y dejando su garganta seca. Taehyung estaba enfermo y acababa de entrar a su casa cuando una tormenta fuerte azotaba el vecindario. ¿Qué hacía en la calle antes de llegar allí? ¿Estaba bien? ¿Habría ocurrido algo en lo de Hoseok?

Brillo | 𝐊𝐎𝐎𝐊𝐓𝐀𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora