19. The basement.

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Abrí los ojos despacio. La luz blanca me enceguecía, obligándome a cerrar mis párpados.

– Levántate, no es un lugar para morir.– esa voz resonó en mi mente.– Maldita sea.

Me tomó del brazo y obligó a que me levante. Su cara estaba cubierta por un velo negro y su voz no tenía diferencia entre masculina y femenina. Miré hacia abajo. Mi jean oscuro había cambiado por un vestido blanco.
A cada paso que daba dejaba un camino de fuego que luego se desvanecía en la inmensidad de la habitación.

– ¿Quién eres? ¿Dónde estoy?

– Estás en tu lugar favorito. Tu mente te transportó aquí.

El lugar cambió. Ya no era una habitación blanca y muy iluminada, se había convertido en un lugar lúgubre. Era el sótano de la casa abandonada que solía ir cuando volvía de la escuela.

– ¿La casa de los Evans?

– Es tu mente, no la mía. Hazte cargo de tus pensamientos.– la persona finalmente se sentó.

Aún estaban los dibujos que pegaba de pequeña y las marcas que hacía con una navaja, contando cuántos días faltaban para que sean vacaciones. Recorrí el cuarto con la mirada. La pila de libros seguía donde lo había dejado la última vez. Nadie había ido a esa casa en los últimos años.

Toqué un trozo de madera. Cerré mis ojos y sentí como mi mente se transportaba.

« Junté mis piernas y tomé el libro con ansias. Estaba esperando toda la mañana para poder venir aquí, a mi lugar especial y lograr estar sola con mis pensamientos. Bebí un sorbo de agua de la botella que guardaba bajo unas hojas y continué con mi lectura.
Era Cuentos de la Selva, de Horacio Quiroga. Hasta el momento mi escritor favorito. Amaba como las palabras fluían como cataratas desde su mente y la facilidad que tenía a la hora de plasmar sus ideas me parecía impresionante.

– ¡No me esperaste!– gritó Lila cruzándose de brazos.

Levanté mis gafas y sonreí. Era una de las únicas personas que sabía de este sitio y lo mucho que significaba para mí. Se sentó a mi lado y me tendió una barrita de cereal. Abrió su libro en la página donde había quedado y continuó su lectura en silencio.
Moví mi mano y sentí el ardor recorrer mi piel. Me había cortado con un trozo de madera.

– ¡Avyan!– exclamó Lila enrollando un trozo de tela en mi mano.– Cuando sea enfermera voy a estar atrás de tí para que no te dañes.

– Pero sería imposible, seré doctora y trabajarás para mi.– comenté en tono de burla. Las dos reímos y ella me abrazó.– ¿Qué sucede?

– No te imaginas lo mucho que me alegro de encontrarte y que me hayas elegido como tu única y mejor amiga.– dijo recalcando la palabra única. »

Retiré la mano y advertí que una sustancia se revolvía en mi estómago para luego ser expulsada por mi boca.

– ¿Qué me sucede?– pregunté viendo el charco de sangre negra.

– Te envenenaron, Avyanna.– la persona frente a mí caminó hacia un bulto tapado por una manta negra.– Y mírate.– suavemente retiró la manta.

Ahí se hallaba mi cuerpo. Me acerqué a tocarlo, no podía estar muerta.

***

𝚂𝚌𝚊𝚛𝚕𝚎𝚝 𝙴𝚢𝚎𝚜.¹ || 𝙳𝚎𝚛𝚎𝚔 𝙷𝚊𝚕𝚎. || [𝚃𝙴𝚁𝙼𝙸𝙽𝙰𝙳𝙰] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora