16. Monopoly.

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Entró al cuarto y se sentó en los pies de la cama, observándome mientras acomodaba los últimos detalles del escritorio. Ninguno hablaba, aunque no sé la razón de su silencio, no creo que me haya visto cuando yo lo ví, confuso.

– Te ví el otro día.– genial.– Y quería explicarte eso.

– No tienes que hacerlo.

– Pero quiero explicarte por que…

– ¿El por qué de su beso? ¿O el de su agarre y levantamiento cliché de una película romántica asquerosa?– me di la vuelta y me senté en la silla del escritorio.– No necesitas darme explicaciones, de todas formas…

– ¿De todas formas…?– cuestionó apoyando sus manos en el colchón detrás de su espalda.

– Tú y yo no somos nada, así que no quiero que me digas la razón por la que estabas… dándote besitos con Jennifer Blake.

– ¿Crees eso? ¿No somos nada?– entrecerró los ojos y sonrió.

– No voy a ser algo tuyo sabiendo que besas a otras personas.– apoyé la espalda en el respaldo de la silla.– Derek, mira, he sufrido bastante en el amor como para que vengas tú, descarriles mis pensamientos, me hagas sonreír de forma estúpida cuando escucho tu nombre y luego vayas a besar a otra chica la cual no inspira nada de confianza ya que la conoces hace… ¿cuánto? ¿Una semana?– moví mis manos exageradamente, me estaba juntando demasiado con mi hermano y sus amigos.

– ¿Y hace cuánto te conozco a tí?

– La pregunta sería al revés, porque no sé nada sobre tí. Tú sabes cosas sobre mí que tal vez otras personas no. Y yo no sé si te gusta el helado de menta, lo cual es algo muy importante porque si te gusta estarías infringiendo las normas de buenos sabores de helado, tampoco sé si te gusta la playa o la montaña o…– hice una pausa, mirándolo.– ni siquiera sé si sientes algo por mí o si sólo es atracción física.

– Odio la menta.

Sonreí y miré hacia abajo. El color de mis dedos se intercalaba entre azul y amarillo. Él miraba un punto fijo, como buscando las palabras correctas para poderse comunicar fácilmente. Volvió a mirarme y sonrió dulcemente.

– Cuando llegué a la escuela, fui a buscar a Jennifer, no voy a negarlo, pero estaba decidido.– formulé un "¿a qué?" casi imperceptible.– A ordenar mis pensamientos, a escoger con quién quiero comer helado pero no de menta.– sonreí y mordí la parte interior de mi mejilla.– Ella no lo entendió, así que me besó al verme.

– No necesitabas explicarlo, Derek.– se acercó a mí y tomó mis manos.

– Pero quería hacerlo. Por una vez en la vida quiero hacer algo bien.– soltó mis manos y caminó por mi habitación.– Cada vez que quise a alguien, alguno de los dos salió lastimado. Con Paige… con Kate.– hizo una pausa y luego volteó a verme con las manos en sus bolsillos.– No quiero que salgas lastimada, me da… rabia cada vez que recuerdo lo que me contaste sobre Jacob. Me encantaría ir y explotar su cabeza, pero sé que también te dolería, porque eres demasiado buena para matar a alguien.

– ¿Disculpa?– pregunté mientras cruzaba mis brazos.– ¿Me estás llamando débil?

– Claro que no, sabes que no pienso que seas débil.– sonreí.– Sólo que… tienes un pensamiento más lógico sobre las cosas, un poco contrario a mí.– me levanté de la silla y caminé hacia él.– Y respecto a lo que siento por tí…

– ¿Sí…?– pregunté, volviendo a cruzar mis brazos.

– No sé expresarme con palabras, soy pésimo.– sonreí de soslayo, incitando a que hablara.– Eres cruel.

𝚂𝚌𝚊𝚛𝚕𝚎𝚝 𝙴𝚢𝚎𝚜.¹ || 𝙳𝚎𝚛𝚎𝚔 𝙷𝚊𝚕𝚎. || [𝚃𝙴𝚁𝙼𝙸𝙽𝙰𝙳𝙰] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora