CAPÍTULO 17

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Luisita

Quería que no fuera un sueño, que todo había pasado como mi cuerpo sentía, estiré mi mano para buscarla, me estiré cuán largos son mis brazos y no la encontraba en la cama, no podía ser que fuera un sueño, levanté mi cabeza con los ojos un poco achinados por el sueño, recorro la habitación que se encuentra iluminada por la luna y la busque sin verla.

- Amelia?

Pero no obtuve respuesta, me levanté y salí a la terraza, mire en todas direcciones y no la veía, hasta que la luna me muestra su humanidad dentro del agua, desnuda y hermosa, estaba como extasiada mirando al horizonte.

Una ráfaga de viento me hizo dar cuenta que yo también estaba desnuda y supe que debía ir a su encuentro, caminé despacio queriendo guardar en mi mente todo lo que veían mis ojos en ese monento, entre al mar y el agua cálida aún me recibió, estaba...

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Una ráfaga de viento me hizo dar cuenta que yo también estaba desnuda y supe que debía ir a su encuentro, caminé despacio queriendo guardar en mi mente todo lo que veían mis ojos en ese monento, entre al mar y el agua cálida aún me recibió, estaba agradable.

Llegué hasta ella, la tomé por la espalda, tenía su cabello suelto cubriendola, puse mi cabeza en su hombro y besé suavemente su cuello, ella cuando me sintió recostó su cabeza en mí y sonrió.

- Pensé que era un sueño - Le dije viendo también el panorama frente a mí

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- Pensé que era un sueño - Le dije viendo también el panorama frente a mí.

- Un sueño hecho realidad, mi amor.

La luna nos cubría y en ese momento más que nunca tuve la certeza que ese era mi sitio en la vida, con ella, solo con ella, con mi amiga y con mi amor.

Ahí nos quedamos unos minutos y luego fue girandose hasta quedar frente a mí, me tomó la cara y me miró, tenía una sonrisa dibujada en su cara que sólo me inspiraba ternura.

- Este Luisa Gómez es nuestro lugar en el mundo, en tu corazón y en el mío, no hay otro - Y me besó como para sellar lo que dijo.

Nos quedamos un rato más y salimos del agua desnudas, mojadas e iluminadas por la luna, nada podía ser mejor en ese momento.

Entramos directo al baño, preparamos la tina y nos sumergimos en un baño delicioso, cada una ocupada en limpiar a la otra, era la gloria, reíamos y bromeabamos y no queríamos salir de ahí, no había prisa, solo quería disfrutar ese momento.

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