AMELIANo sé como describir lo que siento en este momento, Luisita está a mi lado, su sueño es intranquilo y eso tiene un nombre, la situación con su familia, yo podía soportar todo lo que me pasará a mí, pero no podía soportar el rechazo de los Gómez, ellos han sido mi familia cuando la mía me dio la espalda y no puedo dejar que Luisita pase por lo mismo.
A la mañana siguiente despierto por la sensación de la mirada de Luisita en mí, fui abriendo mis ojos lentamente mientras se adaptaban a la luz y ahí estaba mi amor, era tan tierna en la mañana recién levantada y si me miraba así sentía que podía con el mundo entero, su sonrisa me llenaba de paz, se acercó y me dejó pequeños besos en el rostro y sus manos no dejaban de abrazarme.
- Buenos días mi amor - Me dijo con sus ojitos llenos de amor.
- Buenos días cariño - Le respondí con la misma sonrisa que ella me regalaba.
- Amelia mientras esté contigo puedo ir al fin del mundo - Me dice de pronto.
- Lo sé cariño, yo siento lo mismo, pero hay factores más grandes que no nosotras que vamos a tener que analizar.
- Que tratas de decirme con eso - Me frunce el ceño.
- Tengo que buscar para donde irme y necesito que me apoyes en esto, por lo menos hasta que aclaremos la situación, ¿si?
Se incorpora en la cama y con una expresión de alarma me dice: ¿Queee? ¿Estas delirando? No pienso dejarte sola Amelia, no me pidas eso, si sales de esta casa, yo salgo contigo.
No le respondí, no iba ser fácil convencerla, pero debía hacer algo para que ella estuviera a salvo, no me perdonaría que le pasara algo por mi culpa.
La abracé y le di un beso que disfrute con mi alma, los tiempos que venían no serían nada fácil y esos besos los quería atesorar, pero eso beso se estaba volviendo algo más, han pasado muchos días en que no hemos podido darnos todo ese deseo que llevamos dentro, no podía parar de besarla, no quería parar, Luisita era mi droga y estos días eran una tortura, ella entendía mi angustia y hábil movía su lengua, ella sabía como besarme para derrumbar mis barreras, sus manos viajaban por mi cuerpo con total naturalidad, era un viaje sin retorno si no paraba, pero una cosa pienso yo y otra mis ganas, en algún momento Luisita estaba sobre mí, acariciendo, moviendo su cuerpo con toda la sensualidad que tiene, su lengua me quemaba, quería que esa lengua viajara a otras partes de mi cuerpo, le tomé su trasero para pegarlo más a mi centro, la necesitaba cerca de verdad, no podía más, con esas ganas mordí sus labios, esos labios carnosos que palpitan cuando los tengo cerca, no medí la intensidad del mordisco que Luisita se estremeció y dio un pequeño gemido, nos miramos estábamos perdidas en el deseo y sentí como su mano bajaba a mi entre pierna, cada centrimetro que recorria dejaba un sendero de fuego, si no me tocaba me iba a morir, pero de pronto sentimos un golpe en la puerta, fue como el despertar de un sueño, como permití que esto pasara, la baje de arriba de mí y como pude me levanté de la cama.
Marcelino estaba tratando de abrir la puerta y Luisita visiblemente molesta le grito: Que quieres papá.
- Hija por favor ábreme la puerta, ¿ya despertaron?
- Ahora vamos, estamos en pijama aún.
- Ábreme por favor - Marcelino insistía.
Me acerqué para retirar el mueble que puso Luisita la noche anterior, le abrí y ahí estaba un Marcelino avergonzado.
- Buenos días - Me dijo con ganas de abrazarme, lo sé, tantas veces que me hizo esa mirada.
- Buenos días - Le contesté con la mirada en el piso, no quería derrumbarme tan temprano.

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¿AMIGAS?
Fiksi PenggemarSerá que la amistad puede esconder el amor por mucho tiempo? . Esta historia ambientada en la actualidad (y sin Covid) de Luisita y Amelia nos va a mostrar cuanto puede aguantar el amor de amiga, o no?