CAPITULO 30

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LUISITA

Los días pasaron y los heridos se recuperaban, la que más duró fue Montse porque fue necesario intervenirla quirúrgicamente, su espalda y su cabeza habían recibido el impacto, lo que protegió a Amelia de un impacto mayor.

Ya le habían dado de alta y fuimos a la clínica a recibirla, Montse no tenía familia ni conocidos a quien llamar, eso me sorprendió mucho, era una mujer sola, que solo se dedicaba a la escuela, esa era su vida.

Pudimos convencerla de llevarla a nuestro piso, si nuestro piso, eso se escuchaba tan bien, habíamos decidido no separarnos nunca más y María nos consiguió un sitio acogedor cerca del piso de mis padres, era humilde, pero tenía todo nuestro amor.

¿Pude ver una mueca de rabia en Montse cuando entro? No deben ser ideas mías, eso debió ser producto de mi paranoia, lo cierto era que ya estaba en casa y que podíamos cuidar de ella como ella se sacrificó por Amelia.

La instalamos, Amelia estaba muy agradecida por como la defendió de pablo, cuando me contó todo lo que había pasado casi que me da un parraque de solo imaginarlo, por eso fui yo que propuso llevarla a la casa y cuidar de ella hasta que estuviera totalmente sana.

Y así lo hicimos, eran días extraños, los que vinieron después de la llegada de Montse, me costaba a acostumbrarme como reclamaba la atención de Amelia, un día llegó a decirme que no me molestara por eso, es solo que todo lo que pasó la había unido más a ella, no quise reconocer los celos que se asomaron en mí, no era justo para nadie que yo saliera con esas cosas ahora.

Desistí y quise hacerle la vida tranquila a Montse el tiempo que durará en la casa, pero veía que el tiempo pasaba y su recuperación se hacía lenta o ¿será que ella la hacía lenta?

Quise pedirle a Amelia que la lleváramos al médico para que nos dijera y me contestó que ya le había dicho y que Montse le pidió solo unos días más que no me preocupara más por eso.

Así pasaron los días y ya no sé qué pensar, ella estaba totalmente instalada en nuestro piso y cada vez reclamaba más tiempo de Amelia, le ofreció pagar las cuentas del piso mientras encontraba trabajo y como la verdad es que nos hace falta la pasta Amelia no pudo negarse, estaba siendo un poco difícil encontrar empleo para ella después de esa denuncia anónima que le hicieron.

Manolín llegó hasta donde estaba en el restaurante, me queda mirando y me sorprendió con lo que me dice.

- Hasta cuando piensas aguantarte?

- De que hablas Manolín – no quería reconocer que tenía razón, ya me lo ha preguntado tres veces con esta

- Realmente vas dejar que gane?

- No quiero escuchar lo que me estas insinuando, ya te lo dije.

- solo mantente alerta hermanita.

Se alejó, pero sus palabras me quedaron sonando, agarré el celular y llamé a Amelia, no respondía, que pasa amor, porque no me contestas, cuando colgué me llegó un mensaje,

- Amor no te preocupes, estoy bien, salí con Montse

Algo se encendió en mi pecho y como mandada del cielo apareció Lourdes, no sé porque esta mujer se había convertido en mi salvación.

- Pasa algo Luisita?

- ¿Espero que no, pero tú sabes donde vive Montse? – Me asintió y le pedí que me llevara allá, le envié un mensaje a Sebas de que estuviera alerta.

AMELIA

No sé por qué luisita estaba tan prevenida con Montse últimamente, no he querido decirle nada para no hacer que el ambiente se torne raro entre nosotras, estaba tan agradecida con Montse que lo que menos quería era incomodarla.

¿AMIGAS?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora