13. Donde el corazón me guíe.

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«Mantente alerta y con las armas en buen uso

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«Mantente alerta y con las armas en buen uso. Aprovecha todas las oportunidades. Sé directo, bravo, agresivo, ágil y versátil. Elige buenos compañeros de batalla. Valora adecuadamente a todos los miembros del grupo, mantén su acuerdo en los asuntos fundamentales y organiza actividades que mantengan la unidad. Usa diversos métodos de ataque y no lo planifiques todo excesivamente».

Leyes del guerrero[*].

A medida que —de uno en uno— salimos del portal temporal nos quedamos con las bocas abiertas al apreciar el abrupto paisaje, que se halla impregnado con un sinfín de aromas en los que se fusionan el mar y la tierra.

—¡¿Dónde diantres estamos?! —pronuncia Christopher lo que todos pensamos mientras da vueltas sobre sí mismo como si estuviese soldado a la arena.

—El corazón me dice que han venido a este extraño lugar. —Pero al segundo me embargan las dudas—. Aunque si consideramos que no soy la madre ideal, sino una bastante desastrosa, es probable que se hayan ido por el lado opuesto a este.

—Dan, no dudes de tus instintos, nunca te han fallado. —Mi esposo no desea que pierda la fe en mí, situación que está próxima a suceder.

—Te aseguro que en algún punto de esta geografía están nuestros hijos —recalca mi mafioso y me sujeta del brazo—. Eres una madre excelente, nunca pienses lo contrario.

—No se puede negar que es un sitio muy peculiar, no me suena de nada. —Chris se frota los párpados como si al levantarlos de nuevo pudiese encontrar una imagen reconocible—. Parece una ría. ¿Podría ser que nos encontremos en algún punto de España o de Portugal?

—No, una ría es un valle de un río que se inunda cuando sube el nivel del mar. —Mi delincuente señala minucioso las escarpadas laderas que hay alrededor de la extensa playa y niega también con la cabeza—. Lo que veis aquí ha sido erosionado por un glaciar, que ha excavado también por debajo de la plataforma continental... Si no me equivoco estamos en un país nórdico. Los he recorrido todos en el Fortune. —Se refiere a su magnífico yate, que es autosostenible y no contamina—. La mala noticia es que nos debemos de haber ido bastante atrás en el tiempo porque tampoco reconozco ningún punto conocido.

     De improviso, recuerdo mi temor de que Satanás se llevase a alguno de los míos a la era de los tiranosaurios rex. Y me entra el pánico. Porque, ¿y si nos sumergimos en el agua y nos merienda un megalodón? Respiro hondo e intento tranquilizarme y pensar con lógica. Los dinosaurios no dejan de ser animales y ellos siempre responden a mis requerimientos. El megalodón, por otra parte, es un antecesor de mis amados tiburones blancos, seguro que también me ayudaría. Acto seguido recuerdo que he escuchado a las focas y sé que en ningún momento esta especie convivió con los dinosaurios, pese a que otros mamíferos sí. Ahora se mantienen en silencio y se esconden por algún lado. ¡Odio que el embarazo me provoque tantas dudas! Antes me hallaba segura de casi todo.

La médium del periódico #5. Las runas malditas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora