Efecto Mariposa. [L]GTB #PGP2024

Epifanía

Las exigencias de Montier Russian son claras; Rose por la niña. Alguien tan cobarde como él, no podía lograrlo de otra forma. La fotografía de Alhena que envió en la mañana fue el desagradable desayuno de un hogar destruido por la tragedia. Las grietas en un matrimonio se volvieron imposible de ocultar; la desesperación, el odio y viejas heridas salían a flote. Igual que al mover la basura, alborotas las moscas y el olor putrefacto entra por tus fosas nasales.

—¿Es lo único que recibió? —Pregunto uno de los policías a Rose.

Iris no dejaba de temblar como una hoja de papel. De pronto se desmoronaba como un castillo de naipes con solo un soplo. La mujer estaba perdiendo el juicio más rápido que cualquier otra oportunidad. Tamara Tunie, no dejo de observar a Rose. Su rostro frio, carente de emoción alguno o lagrima. Al mirar el matrimonio, eran polos opuesto por miles de años luz.

—Tratamos de buscar a Julio Berracan, pero no lo encontramos en su departamento. Tampoco se presentó a trabajar. Cuando entramos a su departamento encontramos un maletín con dinero, y... descubrimos que tiene una fuerte transferencia en su cuenta bancaria hace un par de semanas atrás.

—Déjeme ver si entiendo su punto —Soltó de forma mordaz la pelirroja virando sus ojos verdes—, es ahora que se está dando cuenta que Julio Berracan es cómplice de lo que ocurrió con mi hija. Porque yo no tuve dudas ni por un segundo.

—Estamos tratando de localizar a Julio Berracan, hasta ahora es nuestra mejor pista para encontrar a Montier Russian. Si usted tiene alguna información que nos pueda ayudar, le aseguro que eso hará que su hija regrese más rápido a su lado. —Tamara se acercó a Rose esperando su colaboración.

—Si ya terminaron, lárguense de mi casa. Su presencia solo altera a Iris, quien espera en cada oportunidad que ustedes crucen esa puerta, traigan a Alhena en sus brazos. —Señalo la salida.

Sin más que dar a destripar a los policías, se apartó de ellos e incluso de las inconsolables lágrimas de Iris. Apenas le dio una mirada cuando la vio salir al jardín perdiéndose al bajar las escaleras de piedra hasta la playa. Dejo sus botas en el primer escalón. Hundió sus pies en la arena caliente cerrando sus ojos; algunos vecinos estaban allí con sus mascotas y estaba segura, que murmuraron al verla. La policía entra y sale de su casa como si fuese una visita habitual. Las noticias no dejaban de pasar el rostro de su hija. Y las redes no dejaban de especular. Rose agradecía su apatía por tales medios sociales. Agradecía no ser esclava del que dirán detrás de un perfil que solo se encarga de despotricar lo que no son capaces de decir cara a cara.