Secretos

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Pov por Iris

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Pov por Iris

Su mirada cambio. Ya no era esa mirada con el ceño fruncido, con un gesto molesto e intimidante. Desee creer que no todo en Rose cambio después de salir del coma. De nuevo me quede entre las sombras. Detrás de los demás. Sintiéndome un estorbo en la vida de esposa. Sin embargo, me quede allí. En mi lugar. Porque cuando estos malos tiempos pasaran, yo continuaría aquí. Como siempre. Acompañaba a Rose en sus rehabilitaciones, sin cruzar palabra alguna, la miraba dar un paso a la vez hasta que logro una caminata segura sobre la caminadora. Su mano comenzaba a recuperar el movimiento parcial y con el tiempo todo volvería a la normalidad. Eso decían los doctores, pero nada seria normal en nuestra familia. Las dos siguientes semanas fue un cumulo de exámenes y rehabilitación que me tenían agotada y se que Rose estaba aburrida también.

No me miraba. Desviaba su atención a Eliza Storm. Para mi desgracia, su perdida de memoria la llevo al punto de creer que continuaba 'enamorada' de Eliza. Se quedo estancada en el tiempo de su relación y eso solo avivo el juego de Eliza por fastidiarme la paciencia.

El sonido del golpe al caer, me trajo de regreso a la sala de rehabilitación. Algo la distrajo haciendo que resbalara al suelo. Di un brinco en mi asiento corriendo hasta ella antes que el encargado:

—¡Por Dios! ¿Estas bien?

Sus ojos redondos y grandes como los de nuestros hijos. Con esa mirada abierta y un destello vibrante, poso su atención en mí.

—¿Estas bien? Déjame ayudarte a colocar de pie. —El encargado me robo el segundo de atención que tuvo en mí. Ayudándola a colocarse de pie—. Por hoy es suficiente. Lo estás haciendo bien, Rose.

—Pero me caí...

—¿Qué te distrajo? —Pregunto él.

Desvió su mirada hacia mi antes de responderle:

—Nada. —Movió su cabeza de un lado a otro en negativa.

La idea de ser el producto de su distracción, fue una luz al final del túnel para mí. Un rayo de esperanza... Caminamos por los pasillos del hospital en el habitual silencio de ambas. Rose no dejaba de hacer ejercicio con esa pelotita en su mano, apretándola y soltándola. Así fue hasta que llegamos a su habitación, en donde se subió a la cama dándome la espalda.

—Llamare a la enfermera para que te vuelva a conectar la vía.

—No.

—¿Qué...?

Se removió en la cama hasta mirarme:

—No la llames. Al menos no todavía.

—¿Pasa algo, Rose?

Tanto tiempo añorando esa mirada sobre mí, y ahora, mi cuerpo tiembla con esa simple acción. Esa mirada quema como el sol derritiendo un glacial. Logra que el estomago se retuerza con cada palabra que sale de su boca:

Efecto Mariposa. [L]GTB  #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora