Emilio Osorio
Me desperté temblando sin control. Tenía el cuerpo empapado en sudor. Me sentía sofocado.
«Fue otra pesadilla…».
¿Alguna vez desaparecerían? Eran mi tortura eterna. Me levanté de la cama y me froté los ojos. A pesar de que mi cuarto era muy oscuro, veía perfectamente en él. Había navegado mi propia oscuridad durante mucho tiempo y la conocía bien.
Fui al baño a lavarme la cara. Miré durante unos instantes mi reflejo en el espejo. Estaba muy despeinado, seguramente porque había dado vueltas en la cama durante toda la noche. El agua fría me refrescó el rostro. Miré mi tatuaje. Su significado me llenó los ojos de lágrimas, pero las contuve.
No lloraría de nuevo. Llorar no mejoraba en nada las cosas. No necesitaba ver el reloj para saber que aún no era hora de despertar. Tenía mechones de cabello pegados a la frente y al cuello por culpa del sudor. Al llegar a la cima de las escaleras, me detuve y me asomé a la sala.
Agarré el barandal con tanta fuerza que hasta crujió un poco. Todo ocurrió ahí. Si cerraba los ojos, podía reproducir en mi memoria cada palabra, cada mirada, cada grito y cada gota de sangre. Recuerdo las palabras que me dijo mi madre una ocasión en la que me encontró retorciéndome de dolor después de que mi padre me golpeara.
Estaba tumbado en la cama; aún percibía el sabor metálico de la sangre en mi boca. Me había puesto una bolsa pequeña con hielos sobre el ojo izquierdo, con la esperanza de que no se pusiera morado y no tuviera que darle explicaciones al respecto a mi hermana menor. Mamá entró despacio a la habitación, con las manos unidas, como si estuviera orando. Traía la cabellera negra atada en una cola de caballo mal hecha. Ya ni siquiera se ocupaba de peinarse. Me dolía saber que a ella ya no le importaba su apariencia ni sus necesidades por culpa de las constantes golpizas de mi padre. Traía puesta una camiseta azul marino floja y jeans deslavados. Al sentarme en la cama, hice una mueca de dolor cuando sentí una punzada en las costillas. Bajé la bolsa de hielo. Mamá y yo nos miramos a los ojos en silencio. No era necesario decir nada, ya que nuestros ojos lo decían todo. Era como si nuestras almas se comunicaran, pues ambos arrastrábamos las marcas de nuestra miseria.
—Estoy bien —contesté a su pregunta implícita. Se le salió una lágrima que no se preocupó en ocultar. El labio inferior le temblaba.
—Lo… —La voz se le quebró, y yo sentí una fuerte opresión en el pecho—. Lo siento mucho, cariño. —Empezó a sollozar. Yo me puse de pie, sin darle importancia al dolor de mi cuerpo. Sostuve su pequeño rostro con ambas manos.
—No llores, mamá. Por favor.
Sus ojos llenos de lágrimas me miraron fijamente.
—Lo lamento tanto.
—No es tu culpa —le aseguré, mientras acariciaba sus mejillas húmedas—. Deja de culparte por esto.
—Emilio, debería… yo… —Miró el moretón incipiente en mi ojo izquierdo—. ¿Cómo puedo permitir que te haga esto? Soy una persona horrible.
—No, mamá. Él es la persona horrible, no tú. Tú jamás, mamá. —La abracé, intentando no gemir de dolor. Ella lloró desconsoladamente entre mis brazos. Yo había aprendido a ser fuerte por ambos. Ella necesitaba que yo fuera fuerte. No podía permitirme hablar de mi frustración y mi miseria. Jamás lloraría. Había aprendido a paralizar el dolor de mi corazón. Eso hacía todo más sencillo. Mamá había dejado de llorar, pero seguía sin moverse.
—Vamos a dejarlo —susurró con voz ronca después de tanto llorar..Abrí los ojos de la impresión. Le había rogado muchas veces que lo dejara, pero no podía creer que por fin se hubiera decidido a hacerlo—. Hablé con tu tía Mary. Nos mudaremos a Crookwell. Incluso ya encontró escuelas para ustedes. Nos iremos el próximo viernes. Sé que no tendrán la misma calidad de vida que aquí con tu padre, pero…
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My Wattpad Love//AD[EMILIACO]
FanfictionJoaquín siempre ha sido el tipo tímido, pero su mundo cambia al descubrir Wattpad, una comunidad de libros electrónicos y muy popular. Se vuelve adicta a la misma e incluso alza su propia historia. Pero, ¿será amigos, comentarios y votos lo único qu...