Capítulo 14

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2022

Coldville, Australia.

La señora Thatcher salió a las apuradas del edificio. Había visto como uno de sus gatos saltaba desde su balcón y no había podido ver si llegó a aterrizar en el del vecino. Fue hasta la vereda y miró hacia arriba buscando cualquier indicio de esa bola de pelos naranja, dejando a su paso la puerta abierta hacia cualquier persona que pasara por allí.

Justo como se esperaba, un joven de pelo negro azabache llegó hacia el lugar. Observó a la mujer canosa gritar a los cuatro vientos el nombre de un tal Chester y al observar que nada le impedía el paso hacia dentro del edificio, se adentró.

Llevaba una mochila consigo y ropa completamente negra. Subió hasta el primer piso y se aseguró de estar frente al departamento adecuado. Sí, era el correcto. Tenía las manos sudadas y estaba muy nervioso. Hacía mucho tiempo que no veía a su pequeña Scar y la extrañaba muchísimo. Con suerte sabía en dónde vivía ahora; la última vez que estuvieron juntos ella ni siquiera se había mudado por lo que esa era la primera vez que la iba a visitar.

Desde adentro del apartamento se comenzaron a escuchar los golpes en la puerta. Scarlett se removió en su lugar con pesadez. Se había quedado dormida en el sillón y estaba demasiado cómoda como para levantarse. Los golpes volvieron a insistir y ella dejó salir un quejido adormilado. Un cuerpo cálido se acomodó a su lado y una mano la tomó de la cintura para estar más pegados. Al ver que al pasar unos segundos ya no se escuchaba ningún ruido, dejaron que el sueño los volviera a invadir y se dejaron acurrucar por los brazos del otro.

-¿Scarlett?-preguntó una voz ronca que pensó que no volvería a escuchar en un largo tiempo.

Sus sentidos se pusieron en alerta y se recompuso rápidamente. Mientras tanto, Michael continuaba roncando a su lado con el ceño fruncido al notar que el calor de la castaña lo había abandonado.

-¿Jev? ¿Cómo entraste? ¿Qué haces acá?- dijo con confusión luego de una larga siesta. O lo que ella pensó que fue una siesta, ya que habían dormido toda la noche y estaba amaneciendo.

-Estaba abierto. No pensaba que te encontraría con alguien, hermanita.-respondió Jev.

La palabra "hermanita" pareció haber prendido miles de alarmas en la cabeza de Michael, ya que se despertó inmediatamente y se sentó en el el lugar lo más alejado posible de la castaña.

-Pudiste haber avisado.-le recriminó ella. Estaba al tanto de que en esos últimos meses no había sido lo más atenta con su familia, pero de todas formas si alguien iba a llegar a su casa debía saberlo.

-¿Quién eres?- se dirigió a Michael ignorando por completo la reprimenda de su hermana.

El aludido se enderezó y se paró en el lugar frente a él. Mike no se consideraba alguien de baja estatura, pero al lado de Jev sí. A parte de que se notaba que era muchísimo más musculoso que él (cosa no muy difícil de conseguir), le sacaba al menos diez centímetros de altura. Era intimidante y nada parecido físicamente a Scarlett. Él tenía ojos oscuros y pelo negro con tez demasiado blanca. Lo único que encontró de parecido entre los hermanos fueron las pecas regadas sobre el puente de la nariz de ambos y levemente esparcidas por el resto de sus rostros.

-Michael... Mike.-le tendió la mano de forma nerviosa y cortés presentándose, pero Jev la miró y pasó por alto.

-Dijiste que estaba abierta la puerta, ¿cierto?-interrumpió la guerra de miradas que iba ganando su hermano.

Él asintió y la miró sin comprender.

-Yo la había dejado cerrada con llave.

Quizás estaba paranoica o demasiado alerta a cualquier detalle fuera de lugar, pero tenía un mal presentimiento. Dio un vistazo general a la sala intentando encontrar algo cambiado, revuelto o diferente a como lo habían dejado antes de dormirse. Fue hacia la cocina, al baño y finalmente a su habitación buscando aquello que justificara su paranoia ante la atenta mirada de ambos jóvenes.

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