Capítulo 10.1: Golpe de mala suerte

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2002

Florencia, Italia.

El humo reinaba en el lugar, haciendo que los colores de las luces se mezclaran perfectamente. El ruido de la música aturdía de tal manera que era imposible de ser apreciada, pero con el alcohol nublando la mente de las personas esto no parecía importar.

Cristian se encontraba apoyado en una columna tan solo observando a los cuerpos pegarse y bailar mientras se llevaba el tercer cigarrillo de la noche a la boca. Había logrado perder de vista a Luisa hacía unos minutos y rogaba por no volverla a cruzar. Desde el momento en el que le había cortado, ella no paró de seguirlo a todas partes. Se la cruzaba en el trabajo, el mercado y hasta cuando se juntaba con sus amigos. Ella aseguraba que tan solo era una señal del destino para volver a estar juntos, pero él sabía que la única respuesta válida era que estaba loca, una de las razones por las que le cortó. Sus lindos ojos negros y profundos no eran suficientes para mantener una relación con ella.

Decidió que el calor combinado con la música del lugar era demasiado para él y que necesitaba aire fresco, por lo que salió de allí. No iba a mentir, él también había bebido algo y en ese momento le estaba haciendo efecto, por lo que pasó entre la multitud, ganándose varios insultos y miradas, a trompicones y empujando a unos cuantos.

El viento leve de la noche golpeó su cara al salir. Las estrellas se lucían en todo su esplendor en el cielo y la calle parecía vacía. El descontrol había quedado adentro y afuera tan sólo había un silencio sepulcral. Si prestabas mucha atención, quizás se lograba escuchar a lo lejos algún que otro auto.

-¿Aburrido?-una voz femenina lo sacó abruptamente de sus pensamientos, logrando que se atragantara con el humo del cigarrillo y este se le cayera.

Se volteó y logró ver a una muchacha sentada en el borde de la vereda mirándolo con un gesto divertido plasmado en su cara.

-Me debes un cigarrillo.-le dijo en tono de broma. Quizás era el alcohol en su sistema, pero el pequeño susto que se había pegado le había parecido divertido.

-Es un hábito horrible, te hice un favor.-declaró con firmeza seguido de una pequeña risa nasal. Al parecer, ella también estaba borracha.

Con toda la confianza del mundo, Cristian se sentó al lado de la castaña. Ambos traían sonrisas idiotas y sus cuerpos estaban demasiado relajados gracias a las sustancias. Un farol de la calle los iluminaba perfectamente. Los ojos verdes de la muchacha resaltaron ante la luz anaranjada y él por un breve momento se sintió celoso de que los suyos fueran de un color tan común.

-Zoe.-estiró su mano la ojiverde presentándose.

-Cristian.-tomó su mano y la sintió fría a comparación de la suya.-¿Alguna razón en específico para que estés aquí sola?

Notó que su ropa parecía de fiesta, por lo que asumió que también había salido del club, aunque le llamó la atención que no estuviera con alguna amiga.

-¿Me vas a raptar?-preguntó Zoe con fingido miedo a lo que él negó con simpleza.-Ya no aguantaba estar allí adentro viendo a mi ex estar con toda mujer que pasara delante suyo.-la borrachera que se cargaba le permitía abrirse a un total desconocido.

Una risa involuntaria brotó de él por la familiaridad de sus problemas. Ambos estaban huyendo de sus ex parejas.

-Si te hace sentir mejor, estoy huyendo de mi ex novia loca que parece estar acosándome en todo momento.

Las risas de ambos sonaron al unísono. Eran el claro ejemplo de la muy conocida "charla de borrachos". Sus palabras se deslizaban con soltura, sus ojos estaban algo entrecerrados y sus bocas sólo podían transmitir sonrisas a todo el mundo, aunque su mundo en ese momento se basaba en ellos dos.

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