1493
Castilla, España.
La mañana siguiente fue cuando empezó a complicarse todo. Todo comenzó cuando Blanca bajó a desayunar.
-¿Hay algo que te espera arriba que no puedes dejar de ver las escaleras?-le interrumpió de sus pensamientos su madre. Estaba preocupada por si una de las mucamas entraba a ordenar su habitación o si Adrián hacía demasiado ruido y lo descubrían. Se sentía tan mal de tener que esconderlo. Era una persona que necesitaba ayuda y no debería ocultarlo de su madre, pero sabía que esta jamás lo entendería ni la ayudaría.
-En realidad, sí. Me preguntaba si podría terminar el desayuno en mi habitación. Sé que no es lo que acostumbramos pero me gustaría aprovechar para, a su vez, practicar para mi clase de esta tarde.- sentía como las palabras se le trababan y salían de su boca más rápido lo normal. Estaba casi segura de que nada de lo que había dicho tenía sentido.
-Solo porque me siento generosa, te dejaré desayunar en tu dormitorio hasta que vuelva tu padre. Pero no te aproveches de esto.-le comentó indiferente mientras terminaba su té. Blanca rápidamente se paró y le dio un beso en la mejilla para luego irse rápidamente con la bandeja de desayuno. En el comedor, dejó a Rosario completamente atónita y feliz, quizás después de todo podría recuperar a su pequeña niña.
Cuando la puerta se abrió, lo único que se le ocurrió a Adrián fue tirarse al suelo. No, no debajo de la cama, al suelo justo en frente de la puerta.
-Tienes tanta suerte de que solo sea yo. No sé qué te pasaría si hubiera sido otra persona.
-Entré en pánico.-se justificó él, aún con la respiración agitada del susto.
-Me pude dar cuenta.-le respondió entre risas.- Acá te traigo el desayuno. Sé que no es mucho pero te prometo que los próximos días te voy a dar algo mejor. Aunque todavía no sé cómo voy a hacer para traerte el almuerzo.-de los nervios podía notar como empezaba a divagar, por lo que no se dio cuenta de la cara de satisfacción que tenía Adrián al comer su primer desayuno después de tantos años. Solo se daba el lujo de una comida al día, el almuerzo, y tener la panza llena desde tan temprano le parecía algo de otro mundo.
-Te juro que esta es la mejor comida que probé en años.-le respondió con la boca llena. Luego de unos segundos que se tomó para tragar, siguió hablando.- Y no te preocupes por el almuerzo, tengo un lugar de confianza del otro lado de la ciudad donde siempre compro para comer. No me quiero abusar de tu confianza.
-No lo haces, tranquilo. Hasta me gustaría que me dejes ayudarte más.-Adrián terminó de comer más rápido que cualquier otra persona que Blanca hubiera visto y se paró frente a ella. Una vez más le recordó la diferencia de altura que había entre ellos, haciéndola sentir diminuta.
-En lo único que me puedes ayudar ahora es en salir de acá sin ser visto así puedo ir a trabajar.-dijo en un tono tranquilo y amistoso. Se quedaron en silencio por unos segundos, tan solo mirándose el uno al otro. Adrián por primera vez la vio de verdad, observo cada detalle de su rostro. Antes había notado que era hermosa, pero jamás vio las imperfecciones que la hacían de esa forma.
-No hay problema, supongo que después nos veremos.-rompió el contacto visual Blanca para poder salir de allí. Su mirada no le molestaba, pero se sentía inapropiada.
Después de esquivar a todos los que estaban en la casa, pudo irse de allí para dirigirse a su trabajo. Esa mañana, todo parecía un poco mejor para ambos. Adrián tenía más energía que nunca y tuvo un día productivo. Mucha gente fue al local por lo que las ventas fueron buenas y por consecuencia le pagaron un poco más de lo usual. Blanca por su parte se sentía feliz de estar haciendo feliz a otra persona. Todos sus lujos no valían nada para ella si era egoísta. Estuvo con una sonrisa bailando por la casa y hasta hablando sobre trivialidades con su madre. Pasearon por el gran patio trasero, discutieron sobre cuáles eran las flores más lindas para cada una y disfrutaron del sol que finalmente había salido, haciendo el clima invernal algo más soportable.
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BUSCÁNDOTE
Romance"Y cuando se cumplan las dos décadas sus casualidades se encontrarán. Dependerán el uno del otro sin saber las razones. Se les obstruirá el camino a la felicidad y dependerá de ellos superar los obstáculos. Solo si sobreviven se los liberará de su...