2022
Coldville, Australia.
El reloj de su habitación indicaba las cuatro y treinta y cinco de la tarde. Ya estaba llegando cinco minutos tarde a juntarse con sus amigos, pero la impresora parecía no tener muchas ganas de apurarse en imprimir tres simples imágenes.
Luego de que él y Scarlett habían podido reconstruir una más de sus vidas, Michael se había propuesto encontrar alguna foto de su asesina. Ya tenían un retrato de Mark Connogan que Marlene les había hecho, y luego de unos cuantos días buscando a fondo en miles de páginas, había podido encontrar una foto de Stefanie McCall. También, había conseguido unos dibujos que había usado la policía para rastrearlos. Sus retratos eran escalofriantemente iguales a ellos, y la foto de la rubia le daba escalofríos. La única foto que había podido encontrar era una sacada por la prensa el mismo día del asesinato. La muchacha estaba rodeada de policías, tenía unas ojeras marcadas y miraba fijamente a la cámara de manera casi muerta. No transmitía ningún sentimiento, ni miedo, preocupación o siquiera remordimiento, estaban vacíos.
Un pitido lo distrajo de sus pensamientos y al voltear vio que la impresora había terminado su trabajo. Chequeó nuevamente la hora y notó que ya iba quince minutos atrasado. Entre maldiciones y el tono de su celular indicando la llegada de mensajes, tomó rápidamente las hojas, salió de su habitación y bajó las escaleras lo más veloz que pudo.
-¡Me voy!-anunció de un grito mientras tomaba las llaves del auto de la mesa de la sala.
-¿A dónde vas?-preguntó su padre deteniéndolo en el camino.
-A juntarme con los chicos.-dijo con la mano en el picaporte de la puerta listo para irse.- En realidad, estoy llegando tarde así que...-dejó la frase en el aire dando a entender que se iría en ese instante.
-No me agrada tu amiga del otro día. ¿Es con ella con quien te vas a juntar?-soltó repentinamente con disgusto, logrando que toda su atención volviera a él.
-¿Disculpa?-preguntó volteando hacia él nuevamente. Lo había escuchado a la perfección, pero no podía creer lo que estaba diciendo. Había dejado pasar el hecho de que no hubiera tratado bien a Scarlett en un primer momento, pero ahora había pasado todos los límites.-Su nombre es Scarlett y no creo que debería importarte con quién me junto. Mucho menos después de cómo la trataste el otro día. Adiós.
Sin dejarlo decir una palabra más, salió de la casa y se encaminó a juntarse con sus amigos. Mientras manejaba sentía la cara arder del enojo. Jamás había tenido problemas con su padre, siempre lo consideró un hombre pacífico y que se llevaba bien con todo el mundo. El hecho de que comenzara a actuar raro al momento de conocer a Scar le hacía pensar lo peor. No quería ni siquiera considerar sus sospechas, por lo que las deshechó.
Estacionó, como de costumbre, frente al edificio de Scarlett. Antes de bajar, apoyó la cabeza sobre el volante. Estaba demasiado alterado y prefería calmarse antes de entrar al departamento de esa forma. Tomó una bocanada de aire y sintió como poco a poco sus músculos tensos pasaban a relajarse.
Unos golpes en la ventanilla del copiloto lo obligaron a levantar la mirada. Una muchacha conocida de cabello negro lo observaba con una media sonrisa y le hacía señas para que le abriera la puerta. Le hizo caso y sacó las trabas permitiéndole sentarse a su lado.
-Hola, ricitos.-saludó animada Sonia. Frunció el ceño al notar que Mike no se encontraba en las mejores condiciones.-Alguien anda de mal humor.-quiso hacerlo sonar como pregunta pero salió como afirmación.
Suspiró con pesadez y se la quedó observando unos segundos antes de hablar.
-¿Alguna vez has sentido que una persona que amas y pensabas conocer, te oculta algo?-Sonia no respondió. La pregunta la había tomado desprevenida y al escucharla sintió un nudo en el pecho. Al notar su silencio, continuó hablando.- Es como si todo lo que sabía de alguien, de un momento a otro cambió y... no sé qué esperar.-sacudió la cabeza como si hubiera dicho una estupidez.- No quería deprimirte con mis problemas, es mejor que vaya...
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BUSCÁNDOTE
Romance"Y cuando se cumplan las dos décadas sus casualidades se encontrarán. Dependerán el uno del otro sin saber las razones. Se les obstruirá el camino a la felicidad y dependerá de ellos superar los obstáculos. Solo si sobreviven se los liberará de su...