Capítulo 11

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2022

Coldville, Australia.

El ronroneo de Freddie se hizo presente luego de haber dormido una larga siesta. Se estiró y analizó la habitación de su dueño con confusión. Por primera vez veía la habitación de Michael desordenada y eso lo desconcertaba. Había papeles tirados en el piso, la silla del escritorio tenía la notebook encima y a su lado una pila de imágenes.

En medio de ese caos, el felino se bajó de la cama y pasó sobre las hojas con total impunidad. Unos ojos verdes lo analizaron con el ceño fruncido pero él no se inmutó y continuó su camino hasta salir de ese desastre.

-Ahora la información tiene unas lindas huellas de gato.-comentó Scarlett acomodando los papeles. La mayoría de ellos tenían intentos de redes conceptuales que habían salido estrepitosas con información incongruente.

Esa tarde, luego de haber pasado unos días algo tensos, las almas gemelas habían decidido que era inútil enojarse el uno con el otro. Luego de la amenaza que había llegado a la puerta de la castaña, debían estar más unidos que nunca, a pesar de que Michael no había dicho ni una palabra de sus sospechas casi confirmadas.

-¿Te parece si hacemos un resumen de lo que tenemos hasta ahora?-preguntó él.- Siento que mi cabeza va a explotar de tantos datos mezclados.-soltó un largo suspiro con pesadez al mismo tiempo que se estiraba.

Ambos estaban sentados en el piso con las piernas cruzadas, uno frente al otro.

-De acuerdo.-accedió ella acomodándose en el lugar.- Empezó en 1493 en Castilla. Éramos Adrián y Blanca.-empezó a narrar como si fuera una leyenda antigua de forma dramática, causando una risa en Mike.- Tú eras un pobre chico abandonado por sus padres y dejado en la calle, mientras que yo era una mujer hermosa y millonaria pero con un padre horrible.-su tono era excéntrico y exagerado.

-Me imagino que eras igual de humilde que ahora.-la interrumpió divertido y sarcástico. Ella levantó un dedo indicando que mantuviera silencio.

-Por supuesto, yo con mi alma caritativa te invité a vivir conmigo. Tan cruel es el destino,-hizo una pausa y suspiró audiblemente.- que mi padre, Lázaro Aragón, nos descubrió y acabó con nuestras miserables vidas.

Dio por terminada la historia con una mano en el pecho mientras Michael aplaudía lentamente mientras la observaba con una sonrisa.

-Creo que puedo superar tu narración.-dijo con seguridad. Carraspeó para aclararse la voz y empezó a hablar.- Era una noche de 1925, en Nueva York...

-¿Es una historia de terror?-lo cuestionó Scarlett. Él siseó callándola.

-Una hermosa dama llamada Astrid había asesinado a su esposo multimillonario y necesitaba que alguien la ayudara.-gesticuló con las manos como si fuera la historia más épica jamás contada.-Por suerte, se cruzó con el exitoso Isaac que fue tan generoso de ayudarla a cambio de una joya que era lo suficientemente valiosa como para que su padrastro liberara a su hermano.-Scarlett estaba completamente ensimismada escuchándolo hablar, como si ya no supiera cada palabra que salía de su boca.- Como cada vida tan triste que vivimos, mi querido padrastro Mark Connogan se ocupó de asesinarnos.-finalizó la historia rápidamente y se dejó caer de espaldas hasta terminar recostado en el piso.

Scarlett hizo lo mismo que él, pero fue más inteligente y se acostó a su cama. Ambos observaban el techo como si esperaran que este les diera las respuestas que les faltaban.

Él relató la vida de 1978 con el mismo tono de misterio sin moverse de esa posición mientras que ella hacía sonidos de desaprobación. La castaña podía hacerlo mejor.

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