Prólogo.

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Llegué a considerar la vida algo efímero, banal, para mí era incluso una carga respirar, pero creo que no soy el primero de muchos que lo piensa, tal vez tú te lo planteaste también o tal vez eres como ella.

La vida últimamente se había convertido en una guerra constante de soportar aquí y allá que nadie quería enfrentar, ni siquiera los más fuertes y la muerte en un premio por haber aguantado todo lo que pudiste. Pero, en el momento en el que yo iba a rendirme, a dejar atrás este mundo tan cruel en el que vivíamos y que era el causante de la ida de muchos por voluntad propia... la conocí.

Llegó a mi vida como un huracán que arrasó con todo, me demostró que aún había razones por las que valía la pena seguir aquí, que por muy jodidas que estuvieran las cosas debía luchar por sacar el rayo de esperanza y avanzar. Ella era mi esperanza y sin darse cuenta al mostrarme lo lindo de vivir a su criterio, ella se transformó en mi única razón para vivir. En la luz de mi oscuridad. En la que siempre tenía una sonrisa para regalarme y en lo más lindo que me pudo pasar.

Pero la vida es la vida, aunque suene reiterativo y por muy bien que estés en cualquier momento puede llegar un tsunami y mandarlo todo a volar dejándolo todo destrozado.

Sus planes eran injustos y no eran favorables para nadie lo cual era ilógico. Si eras bueno, no llegabas a ningún lado. Si eras malo, la vida prácticamente... te ignoraba dándote muchas cosas buenas, al fin y al cabo, si tu conciencia estaba tranquila disfrutabas lo que hacías.

Entonces... ¿cuál era el puto sentido de correr en una carrera donde al final, los resultados no iban a depender de ti?

Ella me lo enseñó y cambió mi manera de verlo todo.

Mi única razón para vivir {R. #1}✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora