Extra.

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Extra-. "El adiós que no quería dar"



Hope.

Sentí una paz invadirme en medio del sueño que mantenía, y una leve punzada en mi pecho que me sacó el aire, abrí los ojos, todo se sentía confuso, no entendía porque veía manchas blancas y me sentía tan pesada que no podía moverme, mis ojos terminaron por cerrarse de nuevo. Instantes después logré captar sonidos a mi alrededor, murmullos, ordenes, mucho movimiento, me agobiaba no saber qué estaba pasando y entonces lo escuché a él, me estaba llamando a gritos desesperados, quise levantarme e ir con él, que me explicara qué ocurría, pero no podía, estaba asustada, quería ir con mi chico de ojos esmeraldas, pero las fuerzas no me daban, sentía como mi energía se drenaba y el frío se iba adueñando de mí, lo escuché de nuevo gritar entre lágrimas por sobre todas las demás voces que había a mi alrededor, estaba desesperado y tan solo quería asegurarle que todo estaba bien.

―¿Hope? ―escuché una voz infantil y abrí los ojos, lo miré impresionada, su cabello rubio, sus lindos ojitos verdes, mejillas pecosas

―¿Liam? ―sonreí y sentí una paz inmensa llenarme, él me sonrió

―Te he echado de menos ―hizo un puchero y avanzó corriendo hacia mí, abrazó mi pierna

―Yo también, bebé, yo también te he extrañado mucho ―sonreí pasando una mano por su cabello, seguía igual de suave y desprendiendo ese olor a miel, sentí una opresión en mi pecho, el calor de repente me rodeó entre aquel frío ―¿Liam, tú sabes qué ocurre? ―negó haciendo un puchero

―Yo estaba jugando con los abuelos y te vi ahí ―señaló detrás de mí y volteé

Entonces mi corazón se partió, jadeé, esa era yo, o al menos lo que quedaba de mí, Bash lloraba desconsolado sosteniéndome contra su pecho, me acerqué como toda una espectadora de aquella escena algo borrosa que me había dejado destrozada.

Ya había dado todo de mí.

Apreté mis labios y me acerqué rozando su cabello castaño, aquel que ya no volvería a sentir entre mis dedos, verlo de aquella manera me dolía, pero sentía una paz inmensa al saber que mi pequeña lo tendría a él cuidándola.

No entendía por qué estaba pasando esto, ni porque yo me sentía tan en paz, habían quedado muchas cosas pendientes, pero si eso había sido todo lo que yo había podido dar, me quedaba conforme con que al menos hubiera podido crear mi pequeña familia y compartir hermosos momentos con ellos, me quedaba conforme con el tiempo que había tenido.

Extrañaría todo lo que a ellos implicara.

Porque a partir de ahora yo no podría estar más ahí, pero sentía la energía de aquella yo que sostenía Bash, y sentí que ya no podía más, me sentía débil y consumida, ya no podíamos hacer nada, yo ya me había ido.

Así que le sonreí a mi hermanito, tomé su mano y comencé a caminar por donde me guiaba no sintiendo nada más que paz y ligereza, me sentía tan liviana y cargada de sentimientos confusos a la vez.

Me detuve y con lo poco que me quedaba de aquella imagen que iba desapareciendo para mí, observé al amor de mi vida, al hombre que era mi mundo entero y le ofrecí una pequeña sonrisa antes de susurrarle ―Te amo y lo seguiré haciendo aun cuando tú ya no me veas ―él lloraba y estaba destrozado, podía sentir su dolor, así que hablé nuevamente ―Saldrás de esta, mi amor y perdóname por no haberte podido dar más.

Y sin más caminé de la manito de mi hermano hacia lo desconocido a sabiendas de que, aunque volteara aquella imagen del cuarto de hospital, ya no estaría.

Mi única razón para vivir {R. #1}✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora