Capítulo 29.

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B A S H.

Almeida me había aconsejado hace poco comenzar a escribir una especie de diario donde pudiera tener presente mi progreso y experiencia aquí, yo nunca había sido bueno para escribir, prefería dibujar así que lo que hice fue archivar en mi mente cada evento relevante que ocurría y escribir un resumen al final del mes junto a un dibujo que lo representara, así que durante los próximos meses de estancia eso hice.

Febrero

Los días que quedaban de febrero los pasé algo mejor, salía más de mi habitación, charlaba con Almeida y hacía algunas actividades para incorporarme como pintar o ir al huerto un rato, no me gustaba recrearme ahí, pero me ayudaba a matar el tiempo. Seguía sin asistir a las terapias grupales y pensando que era totalmente deprimente escuchar las historias de otros. Finalmente le confesé al loquero que había tenido en mi poder uno de esos cigarrillos destructivos y lo que había hecho con el, su respuesta fue sonreírme de esa manera paternal y palmear mi hombro felicitándome, evité contarle quién me lo había dado, Israel no tenía nada que ver conmigo, era su problema seguir consumiendo y yo no me metería, ni haría el papel de chivato.

Días más tarde antes de la llegada de marzo decidí contarle también sobre la visita de Hope, por supuesto él ya estaba al tanto, pero había quedado deseoso de charlar con ella, le informé incluso sobre el bebé y fue la primera vez que lo vi quedarse sin palabras durante unos segundos, fue chistoso verlo así, su reacción llegó poco después junto a felicitaciones y palabras de aliento. Aún yo estaba en proceso de aceptarlo y digerirlo, pero entre lo dicho por mi huracán y lo dicho por el doctor, comenzaba a asimilarlo y a verlo todo más claro.

Yo iba a poder con esto, todo iba a salir bien.

«Ese mes lo representé como un árbol en el cual comenzaban a crecer hojas de colores muy vivos, ahí comenzaban a crecer nuevamente mis esperanzas, mis ilusiones»

Marzo

Junto a marzo llegó una nueva etapa de la rehabilitación, Tratamiento Integral, mis capacidades físicas se regeneraban de a poco y tras haber charlado con Almeida asumía también que lo ocurrido en el pasado respecto a mi familia no había sido mi responsabilidad, íbamos a mi ritmo y eso lo hacía más llevadero. Cada vez sentía menos necesidad de consumir y los síntomas de abstinencia se retiraban con lentitud. Cada vez sentía menos carga en mi pecho por la culpa que había estado arrastrando.

A la segunda semana del mes recibí otra visita de Hope y con ella me trajo la sorpresa de la primera ecografía oficial del bebé, sentí una opresión en mi pecho a medida que ella me contaba la experiencia, no pude estar ahí para ellos, había estado sola y eso me pesaba.

―Parecen manchas ―musité con el cuadrito en blanco y negro en mi mano, Hope a mi lado la analizaba igual de seria

―Yo tampoco las entiendo muy bien, pero... ―señaló una bolita pequeña en la eco ―Ese de ahí es nuestro bebé, es tan chiquito ―murmuró en un tono tan tierno que no pude evitar fijarme en los brillitos de sus ojos con heterocromía

Era preciosa.

―Nuestro ―murmuré en voz alta por primera vez, muchas veces había pensado en ese ser que crecía dentro de mi huracán, pero creo que nunca lo había catalogado como mío, suyo o nuestro, creo que fue la primera vez que mi cuerpo reconoció y entendió que ese bebé iba a ser mi hijo ―No suena mal ―susurré, Hope me miró sonriendo antes de recostar su cabeza en mi hombro

―No, no suena nada mal, futuro papá ―murmuró sonriendo y acariciando mi espalda

«Ese mes dibujé la silueta de Hope con su aun delgado abdomen y una ecografía sobre el mismo, sobre ella había un manzanero»

Mi única razón para vivir {R. #1}✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora