H O P E.
El tiempo pasó volando y para cuando nos dimos cuenta ya era treinta y uno de diciembre, fin de año, este año que había estado lleno de emociones y cambios para todos concluía a las doce de la noche. El año en el que había conocido a Bash se estaba despidiendo recordándome al mismo tiempo, que él en unos pocos días se marcharía durante seis meses, sin embargo, la tristeza era mínima porque sabía que se iría para recuperarse y luego volvería sano y fuerte para comenzar de cero una vida nueva, conmigo.
El plan para hoy era el mismo que para la noche de navidad, sin embargo, las cosas no resultaron tan iguales, Ron estaba haciendo sus maletas puesto que se iría al día siguiente, no habíamos podido contactar con Flash ni con Wanda, así que solo quedábamos Wad, Kim, Bash y yo, pero antes de dirigirme hacia la casa de mi madre debía cumplir mi misión anual en el hospital, por su lado Bash se había ido al taller a terminar esa misteriosa obra que no había querido enseñarme aún y me mantenía curiosa.
Agarré las bandejas con pastelitos, donas y galletas y comencé a repartirlas por cada piso del hospital mientras sacudía mis zapatos puntiagudos verdes con cascabeles en las puntas encorvadas del frente, llevaba puesto un traje rojo de elfo con sombrero y todo incluido, incluso tenía puestas unas prótesis en mis orejas que simulaban ser puntiagudas, -sobra decir que cierto castaño ojiverde no paró de reírse de mí desde que me vio vestida así-, me llenaba el alma ver a todos sonreír cada que me veían andar por el pasillo con los dulces. Los más mayores me miraban con cariño, las enfermeras con admiración y los niños con ilusión.
Al fin llegaba a mi área favorita, pediatría. Los chillidos y sonrisas desdentadas me recibieron emocionadas mientras daban brinquitos de alegría, troté hacia ellos recibiendo abrazos de todos mientras les daba los pastelitos, a algunos debía darles unos diferentes con menos azúcar o con otro tipo de masa, pero todos mis niños comerían.
―¡Hope, sí viniste! ―chilló la pequeña rubia pálida, le sonreí y extendí mis brazos a su alrededor con cuidado, se veía tan pequeñita que me daba miedo lastimarla
―Claro, peque, es fin de año ―la cargué e hice cosquillas en su delgada barriguita provocándole carcajadas ―¿Cómo estás?
―¡Con muchas ganas de comer pastel! ―reí y la dejé en el suelo para que regresara a jugar con sus amigos ―¡Nos vemos, Hope!
―¡Hope!, ¡Hope!, ¡Hope! ―me agaché a la altura de Summer
―Dime, dime, dime ―le di un beso en su naricita riendo
―¡Tienes que ver lo que dibujé! ―agarró mi mano y me llevó hasta el mural lleno de hermosos dibujos ―¡Mira, mira, mira!, ¡Soy yo yendo al planeta multicolor! ―sonreí mirando el dibujo donde el cielo era una fiesta de colores, el cohete era un rectángulo y la Luna parecía hecha de... ―¡La Luna es de quesooo! ―chilló y abrí los ojos impresionada ―¡Debe estar deliciosa!
―¡Eres todo un artista, Summer! ―asintió con orgullo
―¿Crees que si se lo regalo a Dalila quiera ser mi amiga de nuevo? ―reí asintiendo y saltó alcanzando su dibujo antes de salir corriendo con sus cachetes rosaditos ―Lograré que ya no esté enfadada conmigo.
―Siempre se ponen felices al verte ―comentó la enfermera a mi lado con las manos en los bolsillos de su uniforme violeta con animalitos dibujados sobre la tela
―Me pasa lo mismo con ellos ―los vi retozar por todo la sala ―Me gusta verlos tan enérgicos y contentos ―entrelacé mis manos
―A todos aquí les alegran el día ―ella sonrió ―¿Sabes que el tumor de Tomy está remitiendo? ―abrí los ojos de más
ESTÁS LEYENDO
Mi única razón para vivir {R. #1}✔
Novela JuvenilY tal vez... por un egoísta instante me había sentido invencible en aquella cima con ellas a mi lado, tal vez fue egoísta pensar que yo merecía ser feliz, tal vez era muy egoísta pensar que yo las merecía a ambas, y muy probablemente fue triplemente...