Capítulo 14.

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H O P E.

―Si me lo pides le parto la cara, tengo un bate de aluminio y lo puedo hacer cuando... ―negué con la cabeza ―Pinky nadie que te hace llorar merece piedad, y mi deber como mejor amigo es partirle la cara con mi bate ―sonrió orgulloso

―No quiero que le hagas daño Ron ―chasqueó la lengua y siguió engullendo su ensalada de pollo

―Ron tiene razón, él lo golpea y yo lo castro, a mi prima nadie la hace llorar ―dijo abrazándome por mis hombros, Ron la miró fingiendo molestia

―Que insistencia con verlo en paños menores, Kim ―dijo encajando su tenedor en su bandeja con comida de la cafetería ―Tal vez le puedas proponer una noche loca ―no sabría decir que fue, pero imaginar a mi prima con Bash retorció algo dentro de mí

―Ron tus celos me están poniendo de malas, sigue y no tendrás nada en las próximas semanas ―Ron la miró horrorizado

―Pero si lo dije en broma bombón, yo no puedo vivir sin ti Kimi ―se quejó y la besó ―Si intenta meterse contigo traigo el bate y punto ―dijo como si fuera lo más normal

Me aclaré la garganta incómoda por los bobos comentarios que Ron no había parado de soltar durante toda la semana desde que les conté lo ocurrido, por lo menos había aprendido algo, Ron ahora creía que su bate de aluminio era un arma mortal y fácilmente podría serlo, así que tal vez me había guardado un par de detalles sobre mi charla con mi chico de ojos esmeralda.

[...]

El resto del día pasó sin precedentes, Wad se cruzó conmigo en el pasillo y compartimos fila en la clase de historia, pero, aunque no quisiera, el hecho de no ver a Bash ahí y que Wad tampoco supiera donde estaba, me extrañó y angustió lo suficiente como para que al salir de la universidad fuera a su departamento.

Me arrepentiría de esto, seguramente yo saldría lastimada o me echaría de nuevo de su vida como a ese par de zapatos que ya no te queda bien o está roto.

―¡Bash, suéltalo no tienes dinero para pagarme! ―escuché una protesta femenina y fruncí el ceño adentrándome en el pasillo

Al abrir la puerta -que no estaba bien cerrada- encontré a una chica desconocida intentando quitarle una jeringuilla de la mano a Bash, él apartó la mano, molesto y se puso de pie con la chica siguiéndolo. Al percatarse de mi presencia detuvo su paso con la jeringa cerca de la vena de su antebrazo, lo miré y sin decir nada caminé hasta él, con fuerza agarré su mano con las mías, me miró confundido, mis ojos se cristalizaron al ver la tristeza y desesperación en los suyos.

―Pínchame ―pedí con voz rota, su rostro pasó de confundido a sorprendido de mala manera ―Haz-hazme lo que ibas a hacerte ―lágrimas escurrían de mis ojos

Muchos no lo entenderían, pero no había peor sentimiento que ver a la persona que amabas hacerse daño y sentirte impotente al no poder quitarle todas sus perturbaciones y dolores de cuajo, era como si quebraran una parte de mí.

―No ―demandó, intentó apartar su mano, pero no se lo permití ―Hope, suéltame, no quiero hacerte daño ―sorbí de mi nariz congestionada

―Me lo haces cada vez que te haces esto ―sacudí la mano que sostenía el objeto ―Cada vez que tú te dañas me rompes... a mí ―acerqué la jeringa con la sustancia a mi vena ―Hazlo, hiéreme, lastímame, drógame, pero... para de hacértelo tú ―negué sollozando, sus ojos con ojeras pronunciadas me miraban desesperados y con una súplica oculta ―De nada sirve que nos dañemos los dos, házmelo a mí y así solo uno saldrá herido ―soltó la jeringuilla finalmente asustado y me abrazó con fuerza

Mi única razón para vivir {R. #1}✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora