• 29 •

407 62 10
                                    

Y finalmente, llegó ese día que nadie esperaba. La separación y un viaje.

Kihyun tenía muchos sentimientos encontrados desde hacía días, atormentandole continuamente en su pecho y rondando sus pensamientos con el pasar de las horas. Pero pero desde el despertar, nada más que entre un par de brazos que lo aferraban con ternura y adoración, siendo besado y luego consentido hasta que Changkyun tuvo que irse de su departamento, el nudo que tenía en su estómago se había tornado más insoportable y tenso que nunca.

Era una sensación difícil de explicar, e incluso él mismo dudaba de lo que estaba sintiendo en su cuerpo y mente durante todo este tiempo.

¿Acaso era miedo? ¿Quizás nostalgia…? O podría ser… ¿Inseguridad? No lo sabía y, ciertamente, le molestaba el no saberlo. Acostumbrado a tener una rutina estricta y saber controlar todo a su alrededor, Kihyun no se sentía nada cómodo cuando su mundo se ponía patas arribas.

Y, desde hacía meses, ese torbellino en sus planes tenía nombre y apellido, Im Changkyun. Sin embargo, adoraba a ese pequeño y atrevido demonio.

El timbre de su departamento rompió sus ensoñaciones y provocó que el pelinegro saltara en el lugar, casi rompiendo el cuenco de cerámica que tenía en sus manos. Dejando la decoración cuidadosamente sobre la mesa ratona de la sala, Kihyun se puso de pie y se encaminó hasta la puerta de entrada.

— ¡Buen día, buen día! — La rasposa y característica voz de su mejor amigo interrumpió la paz que su hogar manifestaba. Frunciendo el ceño por su presencia, Kihyun se hizo a un lado y le permitió ingresar.

Minhyuk le sonreía bien amplio, con sus brazos abiertos y extendidos en su dirección. Suspirando en frustración, el menor se dejó abrazar y rodeó su cuerpo con sus propios brazos. Cuando vió detrás del recién llegado, su semblante se suavizó y sonrió a la bonita castaña que esperaba para ingresar también.

— Hola Dodó, ¿Qué les trae por aquí? — Preguntó en un tono de voz suave, alejándose del rubio para dejarlos pasar debidamente.

Dodó sonrió como saludo y ambos ingresaron al cálido departamento. Mientras se quitaban sus abrigos, no tan gruesos como antes porque ya el invierno estaba finalizando, la castaña habló.

— Se nos ocurrió que podríamos almorzar juntos, ya que hoy es tu día libre y es fin de semana, ¿Qué te parece?

Kihyun lo supo allí. Ambos sabían que ocurriría hoy, y les agradecía por su apoyo implícito en su visita. La pareja se preocupaba por el pelinegro y habían venido para asegurarse de su estado de ánimo.

Con una sonrisa agridulce, asintió — Me gusta la idea, gracias por venir.

De esa manera, el trío de amigos se pasó las siguientes dos horas en un ambiente tranquilo y familiar mientras se contaban las últimas de sus respectivos trabajos, batallando con las porciones de las pizzas que habían encargado.

— ¿Dices que no sabes que sientes? — El mayor de todos habló, con su boca un poco llena por la reciente mordida.

— Min, no creo que… — Compasiva como siempre, Dodó buscó interrumpir la dirección de la conversación para evitar incomodidades.

Pero fue Kihyun quien la mantuvo. Asintió con la cabeza, para luego darle un sorbo a su vaso de gaseosa.

— Eso mismo… es difícil de explicar — Murmuró, pensativo.

Hubo un breve silencio entre ellos, a sabiendas de la seriedad que había tomado ese tema en concreto. Pero rápidamente, la audaz boca del rubio atacó con más preguntas.

 Not Mine || Changki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora