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— ¡Kihyunie! — El pelinegro levantó su vista, hasta el momento concentrada en su cuaderno de historia, cuando escuchó su nombre en labios del menor.

Changkyun se encontraba frente a él, con una ligera sonrisa en sus finos labios y una bolsita de papel en su mano, tomó asiento en la silla y le extendió su regalo al mayor, quien le miraba tambien con una tierna sonrisa pero con una expresión de confusión.

— ¿Qué es? — Cuestionó, aceptando la bolsa, pero mirando al menor, esperando por su respuesta.

— Ayer ganaste la apuesta, asi que éste es el premio para ti — Respondió, encogiéndose de hombros mientras sacaba su libreta de dibujos junto a su estuche de dentro de su mochila.

— ¡Oh, dulces! — Kihyun exclamó con alegría, abriendo rápidamente la bolsa para sacar de dentro una serpiente de gominola acida, sus favoritas.

Changkyun no pudo evitar reir bajito al ver al mayor llevarse una de las golosinas a sus labios y comenzar a comerla desde un extremo, como un pequeño roedor, mientras sus mejillas se iban llenando y Kihyun arrugaba su frente por la acidez. A ojos del cobrizo, el mayor era demasiado tierno sin darse cuenta.

— Deberíamos jugar más a las adivinanzas, así aprenderás mejor los conceptos sino quieres perder contra mi — Se jactó el mayor, mientras terminaba de masticar y sonreía de lado, pero al ver la tonta sonrisa del menor, su ceño se frunció de repente — ¿De que te estás riendo?

— Eres como un hamster, eres muy tierno — Explicó entonces, llevando una de sus manos a la mejilla del pelinegro y pellizcarle juguetonamente.

Pero eso solo hizo enfadar más al mayor, Kihyun se alejó con un bufido y se incorporó para meterse entre las estanterías, en busca de un libro.

Una mano, siempre fría, le rodeó la muñeca y tiró apenas de él, haciéndole detener. Kihyun frenó, pero se mantuvo dándole la espalda.

— No te enojes conmigo, Kihyunie, sigues siendo bonito — La profunda y grave voz del menor, más si era murmurada como ahora, hacía que sus rodillas se debilitaran, y eso el menor lo sabía.

Changkyun pasó sus manos por la cintura del pelinegro y, lentamente, fue girando su cuerpo hasta quedar enfrentados, sonrió satisfecho al ver el sonrojo en su rostro y, un segundo después, unió sus labios en un lento y tierno beso.

— Tenías un poco de azúcar en la comisura — Susurró, con ese tono decadente y lento, mirándole  atento mientras llevaba sus labios a la pálida piel de su cuello.

— Idiota, nos pueden ver — Suspiró Kihyun, sintiendo su cuerpo estallar por las sensaciones que le recorrían. Pasó sus brazos por encima de los hombros del menor y, dando unos cuantos pasos atrás, lo arrastró hasta los estantes, buscando un poco de intimidad.

Sus respiraciones agitadas, mirándose intensamente y sin decir palabra alguna, sus cuerpos hablaban lo suficiente…

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Kihyun despertó de repente cuando el sonido de su  alarma rompió sus ensoñaciones.

Se sentó en la cama, desorientado y con sus párpados todavía pesados. "¿Por qué estoy soñando con él? No quiero recordarlo…" pensó frustrado, mientras frotaba su rostro lentamente con sus manos.

La noche anterior, se la había pasado leyendo y tomando notas sobre las correcciones de las tesis, llevaba algunos días intentando ocuparse de ello, y terminaba bien entrada la noche, por lo que tenía un poco de dueño acumulado, sentía su cuerpo pesado y lento.

 Not Mine || Changki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora