capítulo 38🌻

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Los minutos pasaban cada vez más cansados y tortuosos, la sensación de saberlo con bien se aferraba en mi corazón como un ancla en altamar, no importa cuan pequeña o efímera sea ésa esperanza yo estaba segura que lo iba a lograr. No he dejado de pensar un millón de veces porqué no fui yo, acaso Dios está empeñado en quitarme a las personas que más quiero y dejarme sola, ese es un castigo duro y cruel. Pero quizás si lo merezco después de todo el daño que he hecho.

Bradley había intentado acercarse pero lo ignore en cada intento, yo solo quería saber noticias de él, en este instante el mundo entero no me importa. Al cabo de una hora más o menos una enfermera sale pronunciando el apellido de Max juntando a toda la familia para escuchar el diagnóstico del médico, yo también voy pero me quedo a sus espaldas, una distancia prudente dónde pueda escuchar lo que dice al tiempo que susurro una pequeña oración, talvez Dios no este tan enojado conmigo y escuche mis plegarias, sin embargo el rostro del médico no me agrada en lo absoluto y un presentimiento feo oprime mi pecho el cuál quiero desentender afianzando aún más el deseo profundo de que esté a salvo.

No obstante la esperanza se desvanece conforme comienza a hablar.

—Lo sentimos mucho, perdió mucha sangre, hicimos lo que estuvo en nuestras manos, pero el impacto en la cabeza fué mortal. —El médico afligido por dar tan desagradables noticias baja la cabeza. Mientras que lo que dijo hace un eco en mi cabeza.

Tapo mi boca y sostengo el llanto sintiendo los ojos arder por las lágrimas estancadas.

Tardo unos segundos en asimilar sus frías palabras, no puedo o no quiero creerlo, lo observo un poco más esperando escuchar que se ha equivocado de paciente pero no es así.

—¡Nooooo!...

La realidad me golpea aún más duro cuando escuchó el grito desgarrador de una madre que ha perdido a su hijo, la veo desplomarse en el suelo acudiendo personal médico a su atención. Bradley por su parte reacciona golpeando con el puño cerrado las paredes hasta que su hermana lo detiene y lo abraza dejándome ver su rostro de frustración y coraje lleno de lágrimas, no lo había visto con alguna reacción hasta este momento probablemente él también tenía la esperanza de que estuviera bien.

Con las pocas fuerzas que tengo salgo del hospital con el alma rota y el corazón hecho pedazos siento que no ha quedado nada de mi, todo sea vuelto oscuridad y lo único que me hace seguir de pie son los recuerdos de ésa maravilloso hombre que su único error en esta vida fué enamorarse de una insensible mujer que no lo supo valorar. Todo pasa por mi cabeza como una película, cada uno de los momentos que viví con él éstos ocho meses y que fueron increíbles, escucho su risa una y otra vez tan clara en mis oídos, sus ojos claros que me miraron con amor hasta el último aliento, su cara graciosa que hacia cuando se supone estaba enojado, el primer día que lo conocí, la primer cita en esa horrorosa feria, nuestro primer beso (llevo los dedos a los labios.)  pero sobre todo la templanza y paciencia que me tuvo en todo momento.

Paso horas caminando bajo la lluvia y obscuridad, metiéndome por calles vacías y peligrosas, totalmente indefensa absorta en los pensamientos y el dolor tan grande que se ha formado en el pecho, pero no me ha pasado nada, por desgracia sigo viva. Toco el timbre de la casa un par de veces hasta que luego de un chico rato sale mi padre en pijama y alarmado por mi estado físico sin saber que por dentro estoy peor.

—Que te hicieron mi amor, ¿Dónde estabas?, ¿Quién te hizo esto? —revisa la sangre que hay en mí ropa y manos cerciorándose que no sea mía. Luego de abrazarme y darme calor con su cuerpo me hace pasar, cierra la puerta y me sienta en uno de los sillones del recibidor.

Ser como ellos© [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora