Escucho atenta las clases de cocina de Susi, ya sé, a quién engañó, realmente no he prestado ni un coño de atención a una sola palabra de lo que ha dicho, habla muy rápido y no termina de hacer una cosa cuando ya está en otra, así como pretende que aprenda algo, además por si fuera poco mis pensamientos aún están en el día de ayer, me han traído jodida desde que abrí los ojos por la mañana incluso llegué a pensar que todo había sido un sueño, estoy verdaderamente confundida ya no se que hacer, una parte de mi cabeza me dice que lo mande a la mierda y no lo vuelva a ver jamás, pero la otra me dice “relájate déjate llevar”, (suspiro) como si fuera tan fácil dejarme llevar, en mi cabeza son tantos los cuestionamientos difíciles de entender.
—¡Ouch!. —me quejo cuando siento un golpe en la cabeza con el cucharon —Por que te gusta golpearme siempre en la cabeza, ¿Ahora que hice? —me tomo la cabeza con ambas manos calmando el dolor.
—No estás poniendo atención y después cuando te cases te pedirán el divorcio en la primer semana porque no sabes cocinar. —agita la gigantesca cuchara metálica en su mano mientras me reprende.
Ruedo los ojos. Eso es demasiado anticuado y nos hace falta más explicaciones.
—Yo no me voy a casar, además te tengo a ti, que estarás conmigo hasta que la muerte nos separe. —niega dando un respiro de resignación y sigue con su tarea de terminar todo para la cena de hoy.
—Te mencionó algo Renata de la hora en la que llegará “Don Fernando”. —enfatizo el nombre en un tono de desagrado total.
—No, sólo me pidió que la cena estuviera lista a las ocho. —mi vista va hacia el reloj, las cinco, genial eso quiere decir que llegará temprano, para mi está noche será una verdadera pesadilla.
Tomo una pera del canasto de frutas, la comienzo a comer, cada mordida se convierte en una idea de como sobrevivir el día de hoy, poder controlar mis impulsos y mantener la boca cerrada para no mandar a la chingada a mi papá, ojalá me de diarrea para no salir del baño, pensándolo bien eso no suena mal, aún tengo tiempo de ir a comprar un laxante, pero no puedo hacer eso le hice una promesa a mi hermana, maldición. La frustración de ideas y promesas hechas me obligan a levantar el trasero del banquillo para salir de la cocina con lo que me queda de mi pera, quizás en las últimas mordidas esté la solución que necesito.
—Estaré en mi habitación no quiero estar aquí cuando llegue, además que tengo que buscar lo que usaré. —me despido de Susi que solo escucha mis quejas pero jamás me dice nada al respecto, a veces pienso que es porque ya la tengo harta.
Me permito darme un respiro el la terraza antes de buscar el vestido que me pondré para la cena, mi cabeza está hecha un caos al igual que mi vida, en este momento me siento atrapada en un laberinto sin salida, por un lado está Max que ha llegado de la nada para hacer un desbarajuste con sus encantos en tan pocos días, no se cuál sea su propósito conmigo, no sé si debo seguirle el juego, pero ahí está su imagen y presencia en cada uno de mis pensamientos.
Y por el otro lado está mi padre al que tendré que soportar toda la velada con su cara de mustia, fingiendo ser el padre perfecto ante la familia de Daniel, no sé sinceramente cuanto tiempo podré soportar su presencia.
Escucho el timbre de mensajes en el móvil, es Max, me ha enviado mensajes durante todo el día pero no he tenido el valor de contestar ninguno, antes de hacerlo necesito tener en claro lo que quiero y alejar al fantasma de perjuicios que me rodea.
Doy golpecitos en la cabeza con la Palma de la mano, para acomodar ideas
Es mejor que me meta a bañar o mi cabeza va terminar explotando, si no es que quedo loca antes.
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Ser como ellos© [COMPLETA]
RomanceNo se permite ningún tipo de adaptación o copia. Código de registro: 2011075823904.