11. Profundos momentos.

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Por desgracia ese día en el refugio terminó pero de lo que me esperaba, todo por culpa de ese estúpido idiota.

Logré apartar a el gilipollas ese y me fuí antes de que me alcanzara, no sabía siquiera si me estaba persiguiendo o no pero yo estaba demasiado concentrada en no derrumbarme y no ponerme a llorar, cuando me alejé lo suficiente pude parar a respirar, me estaba ahogando, no soy muy buena atleta, que ese le va a hacer. Aiden seguramente me perdió la pista.

En mi pequeña parada para recuperar fuerzas me paré también a pensar en lo sucedido, yo estaba llorando.
Aiden me había hecho llorar,
Aiden sabía más de mí de lo que aparentaba
Aiden sabía cosas,
Aiden era peligro.

Todo esto era por su jodida culpa, el ataque de ansiedad, los recuerdos que me vinieron a la mente al recorrer mis cicatrices, esos mismos que me había costado tanto en hundir, lo había vuelto a recordar todo, todo todo. Esto me hizo llegar a una única y irrefutable conclusión:

Debo alejarme de él.
No quiero entrar ni en su estúpido juego ni en su estúpida vida.
Tengo ya suficiente con la mía.

Mi respiración volvió  a la normalidad al cabo de  unos minutos, pero le angustia que me producía aquella sensación permanecía clavada en mi estómago, cuanto más trataba de olvidar lo sucedido, más se clavaba, más se retorcía, más dolía. Tenía que centrar mi atención hacia otro punto para olvidar ese nudo de pesadillas que Aiden había desatado en el refugio. Lamentablemente no encontré nada bueno a lo que aferrarme, nada en lo qué apoyarme para olvidar esos recuerdos. Sí tenía una hermana con cáncer y un padre aún medio alcoholico, no muy hermosos presentes en los que apoyarme para salir de esa oscuridad. Iban pasando los segundos y no encontraba nada, nada de nada, egoísta por mi parte, hay muchas cosas que me podrían dar felicidad en la vida, mis amigas etc... pero juro que no logré zarpar nada lo suficientemente bueno para agarrarme en ello.

No tenía nada, ni una sola cosa que me hiciera sentir bien. Mi vida era un completo desastre en toda regla.

Así que el dolor no se marchó, se permaneció despierto, hiriente y odioso. Ese nudo no marchaba, y yo estaba sola.

No sabía que hacer, llegué a estar tan desesperada cómo hace unos minutos atrás en el refugio, mi odio hacia Aiden aumentaba por hacerme  volver  a sentir así... cómo aquel día. La angustia me retorcía y me impedía respirar, tenía que hacer algo ya.

Y hasta aquí aguanté.

Fueron 45 días

Lo siento.

Lo siento.

Tenía que ser fuerte y valiente cómo todas las protagonistas, todo lo que tú quieras, pero yo no aguanté más.
Necesitaba sacar ese dolor y lo necesitaba ya.

Entonces me puse en camino a casa, corriendo aún con ese nerviosismo surcándome por las extremidades, los recuerdos venían y se iban con rapidez, mamá, papá, discutiendo, luego pasaba al refugio con Aiden presionándome las heridas y acorralándome con sus cuerpo.

¿Porqué tenías que hacerme esto Aiden?

Cuando me di cuenta, mi vientre ya estaba sangrando por otro corte, esta vez, más profundo de lo normal, ni siquiera sabía en que momento llegué a casa, estaba impulsada por el momento, por la ansiedad. No tardé en enterarme que estaba en el baño del salón tumbada en el suelo, con la camisa ensangrentada y el suelo manchado por las mismas tijeras que prometí que tiraría a la basura el día en que empezó todo.

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