16. El inicio de "algo".

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La luz de los focos me nubla la vista, siento una gran presión sobre el pecho y algunas risas de estudiantes se escuchan en las butacas del teatro, pero las caras de sorpresa de la gente son las que más abundan entre el público, no hay tantas personas, en total cómo máximo habrá unas 40, si lo comparamos con lo qué vendrá luego es una cifra insignificante.

¿Cómo has llegado hasta aquí, Layla? ¿En qué estabas pensando?

Los nervios me carcomen por dentro antes de que empiece a sonar la canción que me he preparado para bailar en las pruebas pre-clasificación, no sé en qué momento he decidido subir al escenario y tener los huevos para bailar, pero aquí estoy, con mi chándal morado de dos partes, mi coleta alta y unas inmensas ganas de que la tierra me trague.

Yo misma estoy empezando a desvelar uno de mis secretos, lo único qué espero es que este no vaya ligado de la mano con los otros, voy a bailar no voy a contar mi vida. Me reconforto mentalmente pensando qué si gano, aunque sé que no tengo posibilidades, podré solucionar todos los problemas económicos envolventes a mí hermana.

En cuanto a las butacas, se puede ver al final una fila de animadoras, todas a conjunto y peinadas igual, mirándome de forma burlona, a veces me planteo de verdad si puede que sean realmente clones, son todas idénticas, no tienen personalidad propia. Junto a la profesora de educación física se encuentra un chico joven y alto, debe tener unos tres años más que yo cómo mucho, está sentado a su lado con una libreta en la mano. Lo he visto tomando apuntes de las otras participantes, debe ser jurado junto a la Señorita Munich, ese chico no pasa desapercibido, capta la atención de todas las chicas, incluyendo a la profesora, tiene su lógica, es muy atractivo físicamente. De piel morena clarita con ojos marrones, un corte de pelo un tanto exótico, que le sienta de maravilla, se secapa por debajo de un gorro de lana gris, una chaqueta de cuero negra acompañada de una camisa grande blanca por debajo y unos pantalones de cargo con la típica cadenita metálica. Sinceramente no tiene mucho aspecto de jurado de baile, pero, ellos sabrán.

Rescue Me de One Republic, llena los altavoces del escenario y a pesar de todas las miradas de desaprobación, de despecho y de vergüenza empiezo a dar mis pasos con ganas, no me ha hecho falta memorizar una coreografía ya que casi me dejo llevar por la la emoción del momento. Siento la vena de la música corriendo a doscientos por hora entre mis venas, y por un momento la gente se desvanece, solo estamos la pista y yo, duelo uno contra uno. Deslizo mis zapatos por la madera antes de dar un giro con una delicadeza envuelta de buena vibra. Entro otra vez en mí mundo del baile, y se siente genial. Pienso en Lía, esto lo tengo que hacer, ya no por mí,

Voy a ganar.

Voy a hacerlo.

Tengo que hacerlo.

Voy a salvar a mi hermana tenga lo que tenga que hacer.

Así que después de unos minutos la canción termina junto a mi último paso en seco, la respiración acelerada por el ejercicio cardíaco, lo primero que resalta son las cara atónitas que encuentro en el público, un silencio sepulcral, expresión de sorpresa en su pose, nadie dice nada, no se ríen ni hablan, sólo silencio y bocas abiertas.

¿Tan mal lo he hecho?

Las ganas de llorar me invaden pero prefiero aguantar con una postura firme hasta el final, la cara de los jueces es la misma que la de los alumnos, no sé si de asombro o de vergüenza agena, todas excepto la del juez joven, este no expresa nada, mantiene sus facciones frías cómo en un principio, sólo me observa. En ese periodo de tiempo los jueces "despiertan" y empiezan a murmurar cosas que no logro entender, las animadoras sentadas en el fondo empiezan que chismear y husmear, comentan cosas que tampoco puedo oír.

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