7. Perder el control.

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¿Sabes esa sensación de que estás en una vida que no te corresponde? Cada vez estoy menos segura de quién soy y porqué hago lo que hago, ¿Porqué me enfado o no me enfado? Ese instante en el qué estás tumbada en la cama mirando el techo con manchitas de humedad incrustadas en la pared, pensando en el porqué no sientes aquello que deberías cuando es necesario, es en ese mismo instante en el que te das cuenta de que estás perdida. Y eso me duele, o no, o sí, o....no lo sé.

Han pasado varias semanas desde esa considerable "reconciliación" entre toda la familia, bien, juntos de nuevo, cómo en los buenos tiempos. De hecho estoy mintiéndome, en los buenos tiempos mi hermana estaría sana y para ir bien, mi mierda de madre en la cárcel o muerta. Sé que está mal, pero una pequeñita parte de mí desea clavarle un cuchillo en el corazón mientras duerme, ver como se retuerce de dolor en busca de ayuda y hacerle sentir todo lo que ha hecho pasar a mi hermana. Suena un poco psicópata, ¿No? Supongo que nunca llegará ese día, ya que la muy hija de perra de mi queridísima madre se fué.

En fin, no hablemos de cosas feas. Estamos en lunes, el peor día de la semana, a primera hora toca juntarnos con los de último grado. Con ganas de morirme y de desaparecer me levanto de la cama como zombie y me arreglo para otro día más de mi mierda de vida.

–Gracias, mundo querido por darme tantas cosas que agradecer. -Saco el dedo del medio apuntando hacia el cielo, cómo si alguien pudiera escuchar. –¡Que te follen! – Me ha salido del alma, me he quedado a gustito. ¿Porqué empezar el día con ganas si puedes cagarte en todo?

He entrado, tarde, cómo de costumbre y con la profesora echándome una mirada que llevaba escrita: Entra rápido si no quieres morir. No entra en mis planes morir hoy, así que me limito a asentir y a entrar vergonzosamente. Una vez cruzada la puerta me giro para dar con la piel morena de Jessa o el con el pelo rubio de Ella, al fin doy con ellas pero por mi desgracia no hay sitio a su lado. Ambas se encojen de hombros y me lanzan una mirada de culpabilidad. No me queda más remedio que buscar otro sitio para sentarme con una persona un poco decente.

–Señorita, Scott.– Odio que me llamen por mi apellido, lo odio casi tanto cómo a la profesora. Me giro hacia su voz. –¿Piensa quedarse usted toda la clase de pié? Hay un sitio libre al lado de Dylan y de Aiden. Siéntese de una vez por favor, quisiera retomar mi clase.

Note unas carcajadas por parte de los alumnos, cada vez le tengo más asco a las personas de este instituto. Con la cabeza bajada me dirigo hacia el fondo de la clase con todos los de último curso, algunos me miran embobados, parecen depredadores en la selva y yo una simple conejita que vaga sola por el bosque, me siento muy intimidada. Quiero pegar un grito y preguntarles que están mirando pero la Layla insegura predomina sobre mi ser por ahora. Me limito a sentarme al lado de esos dos simios quien me miran con la misma cara que todos los otros dementes de mi instituto. Dejo mi mochila caer con suavidad de mi hombro hasta que haga contacto con el suelo.

–Hey, ¿Todo bien?— Dylan me mira con una sonrisa de niño pequeño, no dudo en devolvérsela.

–Sí, muchas gracias. –Ladeo mi cabeza, agradezco mucho que alguien esté siendo amable conmigo. –Oye, si no te importa ¿Me puedes hacer un resumen de lo que han dicho hasta ahora?

–Claro, están hablando de un concurso de baile anual que se hace para celebrar nosequé, han invitado a muchísimos institutos de alrededor del país para participar, este año nos ha tocado, los que quieran se pueden apuntar, pero creo que sólo van a poder entrar las animadoras, tienen más posibilidades que el resto. –Apoya su brazo en la mesa y se acerca un poco más a mí.– Entran 10 por instituto a las primeras pruebas, es muy difícil clasificar, no creo que nadie vaya a intentarlo.

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