19. Odioso.

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Miércoles.

Las clases están a punto de terminar y yo estoy un poco nerviosa la verdad, es mi primer ensayo con Jacob y Bertha, no quiero hacerlo mal o algo por el estilo.

Vamos, me estoy muriendo de nervios.

La señorita Waypur, de lengua Española se despide de los alumnos y finaliza la clase poniéndonos unos ejercicios de deberes, nada fuera de lo común.
Yo mientras, abro mi mochila para sacar el móvil que ha vibrado por un mensaje, dibujo una sonrisa en mi cara al ver que es de Lía.

Mala suerte en tú primer día de bailarina, oso peludo. <3

Le mando un mensaje sarcástico y voy saliendo de la aula.

He comido un bocadillo de jamón mientras jugaba al candy crush, tenía que esperar a que fueran las 16:30 para que empezara el entrenamiento.
Llegada la hora me he dirigido al gimnasio, ahora camino por el pasillo feliz sin saber porqué, estos dos últimos días me han ido sorprendentemente bien, me han escogido para las pruebas y he perdido mi virginidad, nada mal Layla. Me centro en girar el pomo de la puerta y abrirla de par en par con la mejor sonrisa que uno puede poner.

El gimnasio es mucho más grande qué el refugio, el suelo es de madera blanda, las paredes están cubiertas de espejos y arriba hay unos ventanales enormes dónde repica la lluvia haciendo una imagen muy hermosa. Jacob está en un extremo con su teléfono y unos pantalones negros de chándal junto a una camiseta gris básica, tiene los cascos conectados, parece escuchar música por ellos.

No hay rastro de Bertha, mejor así no tengo problemas.

Me acerco tímidamente hasta él y le toco el hombro hasta que nota mi presencia, el entrenador levanta la mirada y cruje su cuello antes de separar el culo del banquillo, me supera por altura, muchísimo, bueno no es tan difícil.

–Hola, soy...

Me interrumpe con descaro. –Sé quien eres. –Su voz es grave, más de lo qué imaginaba. Me quedo paralizada unos instantes antes de reaccionar.

–Bien entonces sabrás a qué he venido. –Entono una voz medio sarcástica.

–¿Dónde está tu amiga?

Arqueo una ceja antes de preguntar. –¿Eh? ¿Qué amiga?

–Bertha.

¿Amiga? ¿Bertha?

Ni idea, pensé que tú lo sabrías. –Respondo.

Jacob suspira y se frota la sien con los dedos. –Bien, tendremos que empezar sin ella. Quítate la mochila, la chaqueta y recógete el pelo.

Obedezco sus órdenes quedándome en camiseta ajustada de tirantes, mallas y calcetines, me dirijo hasta dónde él está y me escanea durante unos segundos, no ha esbozado un ápice de bondad en ningún momento.

–No te he dicho que te quites los zapatos. –Empieza a hablar.

–No, ya, es que me gusta bailar descalza. –Respondo, siempre bailo sin zapatos.

–Te puedes torcer el tobillo, póntelos de nuevo. –Ordena.

No me gusta el tono que utiliza conmigo. –No, creo que así estaré bien.

–Póntelos.

–No gracias.

–Qué patética.

–¿Disculpa? –Arqueo una ceja confundida.

–Pa-té-ti-ca. –Recalca cada sílaba, a mi me tiene desconcertada. ¿Qué le pasa? –No te tendrían que haber elegido, no eres lo suficientemente buena. No ganarás.

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