Cuando era pequeña mi hermana y yo solíamos jugar a los astronautas, ella desmontaba todos los muebles del salón de tal forma que quedaran compactos, haciendo una gran plataforma, esa era nuestra supuesta nave espacial. Normalmente mamá cocinaba nuestro desayuno, así que mientras mi hermana y yo desarrollábamos nuestra imaginación entre los colchones del sofá, ella inundaba la casa con ese cálido olor a huevos con bacon, después de prepararnos la comida se despedía de sus sos pequeñas hijas con abrazos calurosos y se marchaba a trabajar, dejándonos con papá.Creo que esa esas mañanas son las que más extraño desde que ella se marchó.
Sí, verdaderamente las extraño muchísimo.
Más de lo que me puedo permitir.
–¡Layla!
La llamada se ha cortado, y vuelvo a entender que estoy en la fiesta, junto a Aiden. Lía está en peligro, no sé que lo causa pero en el instante en que aquellas palabras han dejado su boca se han activado unas alertas en mi subconsciente y mi reacción ha sido salir de ahí corriendo a ayudar a mi hermana. Toda la felicidad que sentía hace unos minutos se ha marchado, parece que el mundo quiere verme arder entre esperanzas rotas.
¿No me vas a dejar ni un día de tranquilidad, verdad?
Salgo del recinto tratando de no chocar con nadie, logro alcanzar la salida y la lluvia invade mis extremidades, una oleada de frío me eriza los pelos de golpe, había olvidado que estaba lloviendo. Mi cabeza empieza a maquinar maneras de llegar al hospital cuanto antes sin perder demasiado tiempo, ir andando me tomaría demasiado tiempo, aún más con la la lluvia fuerte y la oscuridad de la noche. A esta hora seguramente ya no salen autobuses, y no tengo dinero para un taxi.
Mierda.
Doy una patada a una piedra en un intento de liberar la presión acumulada en mi garganta. La desesperada situación me llena los ojos de líquido y empiezo a mirar a todos lados en busca de alguna respuesta milagrosa.
De repente doy un bote sobre mi misma al notar que alguien me ha tomado por los hombros.
–Layla... –Aiden me mira confundido, intentando averiguar que me pasa. –¿Que haces?
Aiden, ese es otro problema. No puedo contárselo, nadie puede saber lo de mi hermana, ya sabe suficiente de mí.
–Nada, tengo que irme. –respondo aguantando mis lágrimas. La lluvia vuelve a mojarle el pelo poco a poco.
Doy media vuelta pero me toma por las muñecas.
–No, no vas a volver a irte. –afirma, lo miro a los ojos ahora oscuros por la noche, mantiene un semblante serio y sereno – Estoy harto de que te marches sin darme ninguna explicación. ¿Quién te ha llamado?
–Nadie. –acorto la distancia, poniéndome a su nivel.
Tengo que encontrar otras formas de marcharme, debo pensar en algo rápido. Ahora mismo Aiden no está entre mis problemas principales, Lía retiene toda mi atención.
–¡No me mientas! –grita más fuerte. —¡Deja de mentirme!
Una de las luces de una farola se apaga de golpe, cómo si estuvieran de acuerdo con Aiden y su repentino ataque de ira. Estrecha el apretón en mis muñecas y me mira aún más enfadado.
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Even You
RomanceA veces nuestro peor miedo somos nosotros mismos, en esta ocasión mi miedo eras tú. Después de diagnosticar cáncer a su hermana pequeña y del abandono de su madre, Layla, una chica "rota" decide alejar a todo el mundo de ella durante el verano, ten...