Picnic

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  Afortunadamente Wolfram aún no ha llegado para cuando entro, por lo que busco un lugar al fondo donde hay más espacio para desplegar el mantel verde y colocar las cosas, que solo consiste en una jarra con jugo, unos sándwiches y un poco de fruta. Dejo la caja con los chocolates en el lugar donde se sentaría Wolf y mientras saco unas servilletas que había al fondo de la canasta escucho unos pasos acercándose.

  Instantáneamente mi corazón se altera, levanto la vista hacia el lugar donde proviene el ruido y aprecio su figura acercándose sin apuro.

  Tiene el cabello húmedo, de seguro tomó una baño y por ello se demoró; afortunadamente yo lo hice antes de comer, de otro modo no hubiese tenido tiempo de hacerlo justo antes de venir. Me encanta verlo así de fresco.

Wolf— solo llamo su nombre por no quedarme solo viéndolo. Me levanto mientras dejo las servilletas que tenía en la mano a un lado. — Ven siéntate por aquí. — le indico el lugar con mis manos.

  Está inusualmente callado, solo se limita a mirar todo, y de repente siento que todo es demasiado simple. Aquí tirado en el piso, sobre un mantel y con solo unos sándwiches y jugos para ofrecerle. Pero la verdad que no se me ocurrió otra cosa, ¿quizá debería haber pedido un postre ya que le gustan los dulces? Traje chocolate, ¿será suficiente?

  Se percata de la caja al frente suyo y la toma con ambas manos. Es de esas cajas con tapas dorada atadas con cinta por los que claramente parece un regalo, que de hecho lo es, aunque no lo había planeado con esta intención.

¿Es para mí?— pregunta mirándome y observando la caja con interés.

Claro— respondo, era obvio, la dejé en su lugar, aunque no se me había ocurrido comprar un regalo, ¿eso suele hacerse en las citas?

Gracias— suelta la cinta y abre la caja. Sus ojos se iluminan cuando ve el contenido. Tiene una selección de diferentes tipos de bombones e incluso chocolate en rama. — ¡Chocolate! – exclama e inmediatamente toma uno y lo mente en la boca.

  Disfruto internamente las muecas y sonidos de placer que hace al saborear el chocolate.

— ¡Yuuri esto está delicioso!— dice cuando ya casi termina uno. — Pero... ¿Cuándo....?

  De verdad son ricos, diferentes a los que solía traer ya que son de una tienda nueva, una chocolatería a la cual Jennifer alabó mucho. Incluso yo probé unos que había comprado ella en casa, a pesar de no ser fan de los dulces sé que son deliciosos, tenía que comprarle para Wolf, cuando lo hice no lo pensé demasiado, siempre le traía algo, supongo que ya era automático el hacerlo.

Los compré para ti la última vez que fui, solo que no encontré el momento para dártelos— respondo comprendiendo su duda.

  Se asombra por un momento y luego, levantado sobre sus rodillas se inclina hacia mí y deja un beso en mi mejilla. Siento subir calor por mi rostro y me siento nervioso, aún no estoy acostumbrado a ello, a pesar de que la sensación de sus suaves labios en mi mejilla no es algo nuevo, es toda la situación en sí, y su cercanía, lo que hacen que me sienta de este modo. Recuerdo la noche antes que se fuera y empeoro aún más las cosas. En ese momento de verdad no tenía lugar en mi cabeza para nada más, ya que si fuese de otra manera mi mente no lo hubiese soportado, justo como ahora. Supongo que al enfriarse las cosas no es tan fácil de manejar la cercanía e intimidad que habíamos alcanzado. Quizá solo sea cuestión de acostumbrarse, no creo que cueste demasiado, ahora mismo se ve tan lindo devorando esos chocolates y seguramente debe saber a ellos. Trato de alejar esos pensamientos de mi mente, y solo concentrarme en compartir el momento con Wolf como tantas veces lo he hecho.

90 diasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora