Título: Paparazzi⛧⛧⛧
— ¡Joe! ¡Joe!
— ¿Ella es tu nueva novia?
— ¿Cuántos años tiene? ¿Ella aún tiene veinte?
— ¿Qué viste en una mesera?
— ¿Cuántos años se llevan? ¿No es algo prohibido?
— ¿Desde cuándo salen?
— ¿De verdad salen o es publicidad?
— ¿Ella es ________, no? ¿Cómo se conocieron?
— ¿Ella no es de por aquí, cierto?
— ¿Ella no era una mesera en este restaurante?
— ¡Joe, Joe, por aquí!
Yo solo tenía la mirada abajo, mis lentes oscuros lograban esconder mi seño de sorpresa, sentí como Joe sujetó mi mano con fuerza y caminó más rápido.
— La amo, es lo único que diré —le contestó Joe a uno de los tantos paparazzi antes de entrar al auto.
Yo entré con él, pero los paparazzi seguían en la puerta del auto, por lo que él solo suspiró y arrancó, alejándonos de toda esa muchedumbre de una vez por todas.
— ________… yo…
Él se veía preocupado, tomó mi mano con su mano izquierda, mientras tenía la derecha en el timón.
— No, Joe, no —suspiré, girándome a verlo y entrelazar nuestros dedos—, no es tu culpa que la gente sea así, después de todo, es su trabajo —le sonreí, atrayendo su mano hacia mi boca, para luego darle un beso.
— En serio no sé qué hice para merecerte… —él volteó un momento y se acercó a mí para darme un beso en la mejilla.
— Yo sí sé —solté una pequeña risa—, pedir el mismo café y mismo muffin por casi un año y medio, y no lo olvides, café con dos cucharadas de azúcar, ni una más ni una menos.
Él solo empezó a reír deteniendo el auto en una luz roja.
— En serio eres un ángel.
— No lo soy, Joe, solo quiero verte feliz porque te amo demasiado —me acerqué levemente a él, haciendo que su barbilla rozara con mi mejilla.
— Cualquier chica no hubiera soportado la presión de todas esas personas, sé que pueden llegar a ser intimidantes —él besó mi mejilla una vez más y detuvo el auto cuando la luz del semáforo cambió a verde.
— Bueno… He de admitir que no me gusta recibir tanta atención. —Pude ver como su seño cambiaba a uno fruncido—, pero tranquilo, entiendo, hasta llegan a darme risa muchas veces con sus preguntas tan espontáneas. Ellos se ganan la vida así, Joe, yo no soy nadie para quitarles eso.
— Pero también invaden la privacidad de muchas personas.
— En eso tienes razón, pero hasta ahora solo nos han seguido hacia el café donde nos conocimos, no creo que lleguen a meterse en la casa —por la ventana del auto, pude ver que ya estábamos llegando a nuestra casa—. Aunque los entiendo, una simple palabra de alguien puede ser el dinero con el que comerán el día de hoy o los dos días siguientes, ganarse la vida no es nada fácil, Joe.