Capítulo 1- El trato

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Bueno, arrancamos con esta historia vieja de mi ordenador. Espero que le den una oportunidad y que les termine gustando demasiado, es muy diferente a todo lo que he hecho. Incluso llegaran a notar que me reservo mucho al decir groserías, puesto que la historia amérita buenos modales xD

NOTA IMPORTANTE: como la historia es vieja, desde luego necesita ser sometida a correcciones y demás cosas, entonces, solo subiré dos capítulos por semana. Descuiden, no es muy larga, por lo que la espera valdrá la pena. 

Dicho eso, disfruten.

Por siempre suyo...Un pequeño Kaos. 























Estaba sentado en el suelo, encima de lo que era un manto verde de pasto. Quería olvidarse del ajetreo de su vida, de su puesto y de lo que implicaba ser un soltero al cual; antes de cumplir los veintitrés años, se le exigía que desposara pronto a una joven de buena familia y caudal exquisito.

Él no era como los demás hombres, un poco altivo quizá, le gustaba considerarse más pensativo que muchos otros que se dejaban llevar por los estrictos códigos morales. Muy en el fondo, torpemente al pensar, Soma sabía que no era del todo un rebelde como lo pintaba y cualquiera podía asegurar, que el joven de rara belleza y casta pura; era todo un caballero en los bailes y los eventos de salón.

Se desató la corbata  y,  -atrevido hasta los límites- se quitó uno o dos botones de su camisa, liberándose un poco el ahogamiento que le producía el estúpido traje formal.

—¿Acaso hemos llegado a los tiempos primitivos?

Ryo, su mejor amigo y mano derecha en los negocios, disgustado hasta la médula, fue quien había pronunciado aquellas palabras desdeñosas hacía el señor de la casa. No le gustaba para nada el salvajismo de Soma. Era como un acto ruin, como si le escupiera a la caballerosidad y la etiqueta propia de los hombres de esa época.

—La idea de alejarse es precisamente para olvidarme de las etiquetas. Creí que lo entenderías —empezó Soma—. Sabes bien, que intento ser decoroso y correcto cuando de la sociedad se trata, en especial con las damas. Creí que tenía suficiente con el monologo de mi madre. Es justo que me des un respiro, mi amigo.

—¿Damas? —ironizó Ryo, haciendo que Soma le mirase atento— Permita que le contradiga al emplear el término plural, pues usted y yo sabemos, que ya no es más un soltero de vida libre. Muy por el contrario, la semana próxima usted debería estarle proponiendo matrimonio a la señorita Alice.

Soma sonrió divertido, haciendo que su amigo apretase la mandíbula por tan burdo gesto en un tema tan serio. Ryo lo sabía, cuando se trataba del pelirrojo, nunca se podía estar cien por ciento seguro de sus decisiones, las cuales -casi siempre- terminaban con resultados desfavorables para su imagen.

—No vayas a escandalizarte —Soma se levantó del pasto, sabiendo que el tema le había quitado la paz mental que estaba buscando. Ryo le alzó una ceja y él enseguida prosiguió:— No estoy seguro de querer emparejarme, incluso si lo hiciera, ¿No crees que la señorita Alice lleva una desventaja marcada al ser mi esposa? —vio que el pelinegro se atrevía a contradecir, así que se adelantó a parar cualquier discurso— Mi madre es quien pide a la divina trinidad que ese matrimonio se consuma. Lo sabes, por esa única y exclusiva razón, yo no aceptaré tal cosa como casarme.

—¿Y qué pasa con los sentimientos de la señorita? —dijo Ryo sacudiendo la cabeza.

—No me hagas ver como el malo de la historia —Soma se quejó, comenzó a colocar de uno en uno los botones de su camisa y arrugó el entrecejo cuando vio el infernal pañuelo que debía atar a su cuello— Es lamentable que me quiera, pero no soy yo quien le ha dado las armas para hacerlo. Según parece, mi madre se ha encargado de darle todo a su favor, priorizando claro, el hecho de que nuestro matrimonio es algo asegurado.

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