60. El ritual te espera a la vuelta, hermano

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Estaba al lado de Grace, a punta de pedirle aquello cuando una mano cubrió mi boca y me arrastró a la oscuridad.

Cuando me soltó, giré de golpe y me encontré con Nick agitado, negando con la cabeza por lo que acababa de hacer.

—¿Pero qué mierdas haces? —grité— ¿por qué has hecho eso?

—No podía, no podía dejar que te atraparan.

—¿De qué de demonios hablas, Nick? —le grité—. ¡Tenemos que volver a por ella!

—No —respondió—. Se lo prometí, no romperé mi promesa.

—¿Qué estás diciendo? —no podía controlarme.

—Me hizo prometer que te protegería con mi vida y si hacía falta la abandonaría a ella para salvarte a ti —jadeó, y su voz salió finalmente en un susurro—. Se lo prometí.

—¿Qué? —formulé.

—Lo siento, Gabriel, yo, yo no sabía que hacer, ella me lo hizo prometer y yo... el elegido me dijo que...

—Espera —lo corté— ¿El elegido? ¿Qué haces hablando con el elegido?

Nick apartó la mirada, con los ojos enrojecidos hacia el suelo. Cuando volvió a mirarme, negó con la cabeza pidiendo perdón.

—Ellos me dijeron que si se lo contaba me darían información sobre mi pasado. Me dijeron que me revelarían a donde pertenezco en realidad. Pero me mintieron y...

Sentí como algo dentro de mí se resquebrajó.

—Espera —susurré confundido— ¿Pasarles información? ¿Eres... eres el topo?

No dijo nada, simplemente me miró entre lágrimas y apartó la mirada.

No, no de nuevo. No quería soportar otra traición.

—¿Eres... el topo? —mi voz se fue convirtiendo en un gruñido.

Silencio.

—¡Contéstame, joder! —lo agarré por la camisa, desesperado, y no pude evitar recordar todas nuestras vivencias juntos.

—Yo... lo siento, de verdad...

—¿Dónde está Grace? —grité empujándolo. No dijo nada— ¡Dime dónde está, maldito cabrón!

—No lo sé —sollozó—. No confiaban lo suficiente en mi como para decírmelo. Solo soy un peón más. Matándome no conseguirás salvarla.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Mia apareciendo con Paul y Kira a su espalda. Todos ellos estaban repletos de heridas, pero nada me importaba ahora.

Miré con odio a Nick y lo golpeé en el rostro como el mismo me habia enseñado a los once años.

—¡Gabriel! —se quejó ella mientras Nick se tambaleaba hacia atrás.

—¿Se lo dices tú  o se lo digo yo, "hermanito"? —al ver como escupía el apodo con asco, una lágrima resbaló por su mejilla.

—Gabriel, por favor, yo también la quería...

—¡Si la quisieras no la habrías vendido para descubrir tu maldito pasado! —lo sacudí— ¡Eres un puto traidor! ¡Nada más!

Las tres caras de la Luna ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora