Cap 3 . El hijo de la Luna

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Tras invitarles a entrar, ocupamos nuestros respectivos sitios en la mesa. Frente a mí se encontraban mi madre  y el joven de ojos azules inocentes. Junto a mi se encontraba mi padre y la niña pequeña de la otra familia, y por último, la mujer rubia al lado de su hijo.

Miré tímidamente a su hijo. En mi país era de mala educación fijar tanto tiempo la mirada en alguien, por lo que solo le sonreí, nerviosa. El chico asintió con la cabeza en modo de saludo y comenzó una conversación con mi padre y el suyo.

—¿Dígame querida, qué haces en su tiempo libre? —me dijo la mujer rubia.

Traté de mostrarme segura y sonreí.

—Me dedico a realizar mis tareas , estudiar y  dibujo .

Busqué la mirada de mi madre , y asintió sonriente indicándome que había hecho lo correcto .

—¿Dibujas? —preguntó la mujer con sorpresa.

Crucé mis dedos con nerviosismo bajo la mesa. Nunca había asistido a una reunión como esta, y mis nervios esta noche estaban a flor de piel.

—Sí, realizo retratos de familias unidas —dije sonriente. Mis dedos estaban entrelazados bajo la mesa, con cuidado para no llamar la atención de los presentes. Debía ser perfecto.

—Oh, que... bonito, ¿cuánto tiempo llevas haciéndolo ? —continuó afable.

—¿Cuál es su pasión ? —dijo de pronto otra voz amable.

Miré a la persona que había preguntado. Era el chico de ojos grises, y me miraba con una sonrisa amable.

—Hijo, nuestra anfitriona nos estaba hablando sobre que su pasión es dibujar —dijo la madre posando la mano sobre el hombro del joven.

Las muestras de afecto en público estaban vistas como algo ordinario y desagradable, por lo que la mujer tan solo posó su mano. En cambio, debíamos mostrarnos continuamente agradecidos y mantener una vida de respeto al Gobierno a cambio de nuestra suma felicidad. Me sonrojé levemente y bajé la mirada.

—¿De verdad? —preguntó asombrado él, para después fijar su mirada en mí—algún día tendrá que enseñarme sus obras, estoy seguro de que será una artista asombrosa.

Me sonrojé levemente y bajé la mirada.

—Gracias por tu halago —me vi obligada a responder, ya que si no se vería como una falta de respeto.

El joven me sonrió amable y justo en ese momento, la sirvienta trajo los platos de comida. Los temas de conversación sobre la comida fueron sobre planes de futuro y negocios, por lo que al terminar la comida nuestros padres se acercaron a nosotros.

Nos dieron permiso para salir a la calle al joven y a mí, y tras asearme, cruzamos el umbral. Mi abrigo gris de gran grosor me permitía guardar las manos en los bolsillos de este, por suerte, ya que la noche estaba fría. Aún así, tenía esa sensación de estar flotando, relajada. El calor era agradable y reconfortante.

La Luna brillaba en lo alto del cielo , y me paré para mirarla asombrada .

Siempre me había gustado mirarla, supongo que de alguna manera me sentía identificada con ella. La Luna estaba rodeada de estrellas, al igual que yo, pero en el fondo ambas sabíamos que ella estaba sola .

Aunque todas las noches estuviese en compañía de las demás, se sentía incomprendida, y sola, con un extraño vacío que nadie podía rellenar.

Todos la exigían demasiado, querían que fuese perfecta, bella, deslumbrante.

Pero ella tenía defectos.

No era perfecta, tenía hendiduras en su piel, como heridas abiertas que nunca sanaban.

Las tres caras de la Luna ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora