61. La batalla final contra la Reina Oscura del tablón

293 33 73
                                    

GRACE LOVEGOOD

Blanco.

Perfección.

Eso era todo lo que veía.

Mi cuerpo se encontraba atado con correas sobre una camilla completamente blanca. Mis ojos se encontraban cerrados por el cansancio de aquella desconcertante actividad.

Unos cables blancos estaban conectados a pequeñas solapas pegada sobre mi cráneo y sus laterales y en mis brazos se encontraban unas agujas ultra venosas, preparadas para inyectar en mi piel lo necesario cuando diesen la orden.

Me sentía mareada, exhausta y mi vista estaba borrosa. Tan solo recordaba como alguien me había golpeado en la parte trasera de la cabeza, alejándome de todo lo que quería. Había despertado en este lugar, atada a una camilla en una habitación blanca acolchada.

Me preguntaba que habría pasado con Gabriel.

Quería hacerlo, pero a penas tenía fuerzas. Por lo menos estaba tranquila al saber que, si moría, Nick pondría en práctica nuestra promesa.

La puerta de la habitación se abrió lentamente dejándome ver una fila de cuatro guardias, protegiendo a alguien.

Dos de los hombres entraron a la sala y se pegaron a la puerta en posición protectora y los otros dos guardias se quedaron en el exterior, cubriendo a aquella persona.

Cuando mi visión se volvió nítida, pude ver a mi padre con las manos a su espalda en un gesto profesional, vestido completamente de blanco.

—Hija.

Simplemente no respondí y miré hacia otro lado a pesar de que algo en mis ojos me lo impedía. Quizá los tenía demasiado dormidos y drogados.

—Te pondrás bien. Te recuperarás y por fin podremos volver a ser la familia perfecta que siempre fuimos.

—Jamás... fuimos perfectos —siseé con dificultad por la droga—. Tu no destruiste, fuiste... tú.

—Te prometo que te recuperarás y volverás a mi lado. Hasta el momento solamente nos queda obedecer al elegido y seguir sus pasos como los fieles seguidores que somos.

—¿Dónde... está... mamá?

—Está en un lugar mejor. Decidí poner fin a su enfermedad mental de rebeldía y opté por la mejor decisión. Ahora ella está en paz, Grace.

No me hizo falta estar completamente despierta para comprender sus palabras en ese mismo instante.

Aquel hombre que se hacía pasar por mi padre, por alguien que supuestamente me quería, había matado a mi propia madre. A su esposa. ¿Qué me hacía pensar que no me haría lo mismo a mi?

Quise levantarme de aquella silla y matarlo con mis propias manos pero algo en el efecto de las inyecciones me evitaba realizarlo. Ni siquiera podía sentir completamente sus palabras. Lo había entendido pero era como si estuviese en un sueño preparada para despertar en cualquier momento.

Solo que esta vez me quedaría dormida para siempre.

—El elegido ha dicho que debemos borrar todos tus recuerdos y reiniciar tu memoria al completo para que tan solo recuerdes la chica perfecta que eras. Quiere que así sea, para que de una vez por todas puedas competir contra el resto de herederos.

—Yo nunca... fui perfecta —traté de decir—. Ninguno de nosotros lo es. Y tú... tú eres... un asesino.

—Espero que algún día podamos reencontrarnos, hija mía.

Las tres caras de la Luna ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora