capítulo veintidós

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VALEN

-¿Por qué mierda llamas a Daniel? -me acerqué a Gerónimo enojado-

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-¿Por qué mierda llamas a Daniel? -me acerqué a Gerónimo enojado-. ¿De dónde sacaste su número?

-Ya vino a defender al novio -habló burlón-. Puede ser que el otro día haya agarrado tu celular, muy tiernas tus conversaciones con él.

-Sos un hijo de puta.

-Y vos sos puto.

-¡¿Y eso qué?! -le grité-. Vos porque sos un envidioso. Toda tu vida estuviste enamorado de tu mejor amigo y como siempre fue un homofóbico de mierda nunca te dio bola y vos, en vez de alejarte de ese imbécil, lo tomaste como ejemplo, sos un tarado Gerónimo. Que yo no sea reprimido y vos sí no es culpa mia.

Miré a Gerónimo y los pelotudos de sus amigos. Ahí se encontraba Lucas, el mejor amigo, mirándolo con cara de asco.

-¿Qué lo miras así? Le gustan los hombres no tiene nada de malo, tarado.

-¿Valentín vos sos puto? Yo te tenía como un hombre, un hombre de verdad.

-Ay, dios mío -empecé a caminar en círculos-.

Estaba muy enojado y los comentarios de estos pelotudos no ayudaban.

-Una pena que Daniel se entere de lo que hiciste, ¿No?

Miré con enojo a Gerónimo, les había contado.

-Me imagino lo horrible que se sentirá, ¿Qué pasaría si lo llamamos ahora?

Empezó a buscar entre sus contactos y yo lo agarré del cuello de su camisa rápidamente.

-Escuchame imbécil, vos a Daniel no lo jodes más, ¿Entendiste?

-Defendiendo al novio, qué raro.

-¿Otra vez con lo mismo? Que a ustedes le falten huevos para admitir su sexualidad no es mi culpa ni la de nadie, por pelotudos como ustedes hay personas que la pasan mal por reprimirse, ¿O acaso se olvidan cuando teníamos diez años y todos ustedes venían a decirme que les gustaban los hombres? Miren, yo no soy quien para obligarlos a ustedes a salir del clóset ni nada pero vivan y dejen vivir.

Se miraron con sorpresa entre ellos.

-A Daniel no lo tocan, ni a ninguno de los chicos -advertí-.

Agarré mi mochila y fui a su departamento, me había avisado que iba a quedarse ahí porque en la mañana volvía su papá.

Le mandé un mensaje avisándole que estaba afuera del edificio y bajó a abrirme casi al segundo.

-Hola Valu, estaba cocinando unas ricas galletas.

-Bueno, yo te ayudo -le robé un beso y pasé al edificio-.

Cerró la puerta y subimos.

-Daniel hasta acá se escucha la música -lo reté mientras subíamos las escaleras-.

-Y bueno -se encogió de hombros y rió-.

-Los vecinos se van a quejar.

-¿Por la música?

-No, por lo hermoso que sos, rey.

Dani me pegó en el hombro mientras se sonrojaba.

Ay, creo que me enamoré.

CURSO (wosani) ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora