12/07/2016
La luz del sol se colaba por entre las cortinas y se posaba sobre mi cara, trate de moverme, pero el fuerte agarre de Evan me lo impidió, me gire lentamente para quedar frente a él.
Su respiración es calmada, tienen el cabello alborotado y la expresión de su cara es relajada. Pasó las yemas de mis dedos contorneado su rostro.
El hecho de estar aquí con él y de este modo hace que me sienta tan completa, como si por primera vez en mucho tiempo todo estuviera bien.
—Buenos días princesa— su voz salió ronca de sus labios.
—Perdón por despertarte— dije apenada retirando los dedos de su rostro.
—Está bien, me gusta haber despertado a causa tuya— me apega más a su cuerpo si es que eso es posible.
—¿Cómo dormiste?
—Muy bien, más porque te quedaste aquí conmigo— paso una de sus manos lentamente sobre mi mejilla.
Me deshice de la poca distancia y junté mis labios con los de él en un tierno beso.
Después de unos minutos acostados, por fin dejó que me levantara. Con su camisa puesta me dirijo a la cocina para preparar algo de desayunar.
—Huele delicioso, las chicas me mataran por no haberte regresado anoche— Evan entró en la cocina y me abrazó por detrás.
—Tenlo por seguro
—¿Y qué delicia estás preparando? — me soltó del abrazo y se sentó en la isla.
—Hot-cakes, con plátano y Nutella
—Que rico, aunque no más que tú.
Inmediatamente sentí como mis mejillas tomaban un suave tono rojizo.
—Te ves muy linda cuando te sonrojas
—Aquí tienes — puse el desayuno frente a él, serví jugo de naranja y me senté a su lado.
—Lo dicho, está muy rico — Evan metió otro trozo a su boca.
—Me alegro que te haya gustado — tome un poco del jugo de naranja.
—Me gusta todo de ti, incluso cuando te pones de malhumorada, eres hermosa— Evan acarició mi mejilla y limpio con su pulgar un poco de chocolate que se encontraba en mis labios.
—¿Entonces no hay nada que te desagradé de mí? — le sostuve la mirada. Miles de sensaciones llenaban la atmósfera, amor, cariño, confianza, pero sobre todo deseo.
—Nada, eres perfecta— tomó mi rostro entre sus manos y me besó dulcemente.
El beso se fue intensificando hasta quedar sobre la isla con él entre mis piernas.
—Te deseo ahora, quiero poseerte— los Besos de Evan iban bajando por mi mentón a mi cuello.
—Nadie te lo impide— mis manos se encontraban jugando con su cabello, las sensaciones de sus besos sobre mi piel me hacían sentir tan viva, como si los problemas que pudiese tener de pronto no existieran, esa era su magia.
Me tomo en brazos y con mis piernas alrededor de su cintura nos dirigimos nuevamente a su recámara.
Después de una buena sesión de ejercicio, Evan se metió a la ducha y yo aproveché para limpiar lo que habíamos usado antes en la cocina.
—Limpias rápido, según yo venía a ayudar, pero veo que ya has terminado— Evan llegó a mi lado.
—Ten puedes lavar esto, si me lo permites iré a bañarme— le entregué mi vaso, donde hace unos momentos tomaba un poco de jugo.