Capítulo 8: Un beso y recuerdos inesperados

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Los personajes pertenecen a nuestra amada escritora JK Rowling, la trama es de mi propiedad.

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Los Gryffindor salieron de su sala común para dirigirse a desayunar, la castaña charlaba animadamente con la pelirroja cuando se dio cuenta que se había olvidado uno de sus libros, el quedo en la mesa de la sala común.

—¡Oh, me he olvidado uno de mis libros! Adelántense, ya los alcanzo.— dijo regresándose a la sala común.

 —Está bien Hermy— dijeron los jóvenes.

Hermione ensimismada se fue caminando muy rápido.

Un chico rubio vio a la castaña pasar a su lado, así que decidió esperarla en el mismo pasillo. Por ahí se llegaba más rápido al Gran Comedor.

La castaña llegó a la sala común y tomo el libro. Salió y camino rápidamente cuando alguien la agarró del brazo y la puso contra la pared. Él aspiraba su aroma mientras sonreía altaneramente.

—Suéltame hurón— dijo la castaña. Recordaba su sobre nombre.

—Granger, Granger no eres tan valiente como solías hacerlo.— la agarro más fuerte. —Tu perdida memoria es todo un caso. —rie por lo bajo.

—Suéltame! Me lastimas.— dijo la castaña tratando de zafarse del agarre. —¡Voy a gritar!— Le dijo al rubio pero él no le tomo importancia a las palabras de la chica.

Draco se acercó más a ella, sabía que si la sacaba de sus casillas, él lo disfrutaría. Siente un deseo oculto en él hacia la castaña, no la puede sacar de su mente desde lo ocurrido en el tren. Con una mano tomo su cintura y la acerco más a él. 

Hermione sentía más cerca la respiración de aquel rubio, se estremecía y quería gritar pero a una parte de ella le estaba gustando. Aunque no lo reconociera, sus ojos grises era el blanco perfecto para que la castaña estuviera de esa forma.

Draco, mientras la sostenía,  acercó su mano a su mejilla. Quería sentir la misma sensación de aquel sueño. Estaba tibia.

—¡No me toques!— balbuceo la castaña. Quería que la soltara pero esa sensación le gustaba y le era algo imposible salir del trance que el rubio le producía. Sintió su mano en su mejilla, una corriente eléctrica recorrió su cuerpo y se sentía que su cuerpo desfallecía.

—¿Sabes cuánto tiempo quise estar así Granger?—preguntó el rubio a centímetros de sus labios.
—Te estoy deseando Granger, me torturas hasta en los sueños.—
agregó Draco. —Te vi tan débil aquel día en el tren, me hubiese gustado ayudarte.

Se calló por un instante. Sabía que lo último que dijo, se iba arrepentir tarde o temprano y continuo diciendo.

—Pero tus tontos amigos llegaron para salvar a su amiguita sangre sucia.

Sentía que la necesidad de besarla y ese deseo reprimido lo estaba volviendo loco. La castaña le atraía bastante y su perfume lo hacía perderse en sus ojos miel.

—¿Acaso qué es lo que dices?, ¡Estás loco! o ya se te cayo algo y  ¿te golpeo la cabeza?—dijo la castaña.

En consecuencia, el roce de los labios de Draco la hicieron callar. Sintió sus labios con el aroma a menta que desprenda el rubio. Sabía que debía soltarlo pero su mente estaba en blanco. Así que le respondió, al principio fue suave pero sintió la necesidad del rubio así que lo intensifico para estar al mismo nivel.

Se trasformó en un beso fogoso y se sentían ambos perdidos el uno al otro.

La castaña sintió un leve dolor de cabeza cuando de golpe un recuerdo llegó.

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