Ya es medio día y por fin llegamos a casa.Bajo del auto, mi cuerpo se siente algo adolorido por las malas noches que pasé.
Papá camina detrás mío, cuando llego a la puerta está es abierta antes de que él pueda acercarse a abrirla.
—¡Mi bebé!—mamá me abraza fuertemente, yo correspondo el abrazo—. Te extrañé mucho—besa mi mejilla.
—También te extrañé mamá—ella se aparta, le doy una pequeña sonrisa y ella me examina con la mirada.
—No pareces haber bajado de peso, tienes muchos ojeras y te ves cansado—acaricia mi rostro—. ¿Por qué tus ojitos lucen tristes? ¿Acaso le pasó algo a mi suegro?—me pregunta, yo niego rápidamente.
—Él está bien mamá, pero me siento triste porque una parte de mí quería quedarse con él —me regala una pequeña sonrisa y se acerca a papá.
Me adentro a la casa y camino a la cocina, el olor a comida casera invade mis fosas nasales y escucho mi estómago gruñir, tengo mucha hambre.
Destapo las ollas una por una, arroz, carne, vegetales que parecen ser para una ensalada, ¡chocolate! Y está tibio. Busco un vaso y me lo sirvo lleno, le doy un trago para sentir su maravilloso sabor, sin duda alguna esto me hacía falta.
—Así que ya estás comiendo—volteo para ver a mamá.
—Sólo chocolate—doy otro trago.
—Debes comer, apuesto que no lo has hecho bien en estos días—recién llego y ya va a regañarme.
Me sirvo más chocolate y camino a la sala, encuentro a papá sentado en uno de los muebles, sus ojos están cerrados y reposa la cabeza en el espaldar.
Me siento frente a él y con mi mano libre me quito mis tenis, mis pies duelen. En un completo silencio bebo mi chocolate.
—Deberías darte un ducha y comer—escucho la voz de papá así que lo miro—, luces cansado—me sienta derecho en el mueble.
—Y lo estoy, pero me da pereza subir las escaleras—admito y él ríe.
Mamá entra a la sala con dos platos en manos, se acerca a cada uno luego de mirarnos.
—Cuando coman, debes darse una ducha y dormir un poco—ordena. Yo miro el plato en mis manos y la verdad es que no quiero esto.
—Yo no quiero—inmediatamente me mira, y no de manera amable que digamos.
—Vas a comerlo, son cuatro días sin comer saludable—me regaña, miro a papá y él se encoge de hombros comiendo.
—Bien, pero sólo la ensalada—acepto y empiezo a comer.
—Y cuéntenme, ¿cómo está mi suegro?—así empiezan las preguntas, papá las responde y yo me mantengo en silencio.
—También dijo que quiere ver a Manuel pronto—concluye papá.
—Deberíamos ir para allá en navidad, a él le agradaría—sugiere mamá.
—O que él venga—hablo por primera vez.
—Es buena idea—papá deja su plato en la pequeña mesa de Cristal y me mira—. ¿Qué te dijo mi padre cuando te llamó?—cuestiona.
—¿De qué hablas?—finjo no entenderlo.
—De cuando nos despedimos y te llamó—me quedo callado pensando en qué responderle.
Papá sale de la habitación y antes de yo salir también, el abuelo me llama, volteo a verlo.
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Un amor inolvidable |#2|✔️
JugendliteraturUn amor de niños que nace con una mala mirada, pasa el tiempo, te vi llorar y al causante quise partirle la cara. Intente protegerte, quise ser fuerte, pero los problemas fueron más intensos que mi pequeña mente. Me olvidaste, ¿o es que acaso fingí...